Desde hace cuatro años, la provincia de Alepo vive en relativa calma a pesar de su proximidad a la región de Idlib, al noroeste, controlada por la organización yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la rama siria de Al Qaeda antes conocida como la Frente al Nusra. Estos últimos lanzaron el miércoles una gran ofensiva contra las fuerzas del poder, matando ya a más de 240 personas.
El HTS cuenta con el apoyo de islamistas armados y entrenados por Turquía. Los yihadistas y sus aliados cortaron el jueves la importante carretera que une la capital, Damasco, con Alepo. La Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) informó que “Más de 14.000 personas, casi la mitad de las cuales son niños, han sido desplazadas” debido a la violencia.
Desde hace varios meses, la dirección de HTS pretende aprovechar la situación creada por Israel. De hecho, Tel Aviv continúa bombardeando instalaciones militares sirias y zonas donde se encuentran combatientes de Hezbolá, así como las de la Guardia Revolucionaria iraní. Por tanto, es esta alianza, que podría parecer antinatural, la que animó a los yihadistas a actuar.
Debilitando el poder de Bashar al-Assad
Se buscan dos objetivos. El primero es participar en una ofensiva regional destinada a debilitar aún más el poder de Bashar al-Assad. Ya no se encuentra en la misma situación que hace diez años y el objetivo ya no es derrocarlo sino obligar a Siria a abandonar su alianza con Irán y con Hezbollah, las armas que este último recibe de Teherán a través de Siria.
Esto es parte del proyecto regional estadounidense de un nuevo Medio Oriente en el que todos los países se alinearían con Washington o serían amordazados política y económicamente. Para Irán, el castigo equivale al aislamiento y quizás a la guerra con la llegada de Donald Trump al frente de Estados Unidos.
De hecho, podemos pensar que el status quo actual –que explica la calma observada durante los últimos cuatro años– se hará añicos. La llegada del nuevo inquilino a la Casa Blanca plantea ya la cuestión del mantenimiento de los aproximadamente 500 soldados estadounidenses desplegados en el noreste de Siria, en zonas productoras de petróleo, y controlados por la Administración Autónoma del Noreste de Siria (AANES).
Se trata del Kurdistán sirio (Rojava) y los distritos de Hassaké y Deir ez Zohr. Esta posible salida de las tropas estadounidenses –mencionada por el propio Trump– abre el apetito de Turquía. Este, al intervenir militarmente en territorio sirio en varias ocasiones (en 2016-17, 2018, 2019, 2020 y 2022) logró impedir la continuidad territorial de la AANES.
Instalar una zona de amortiguamiento en territorio sirio
Para ello, ha instalado tropas rebeldes, entre ellas ex miembros del Estado Islámico (Daesh). Así se creó un Ejército Nacional Sirio, cuyo propio nombre pretende sembrar confusión con el Ejército Árabe Sirio (EAA) dependiente de Damasco. En realidad, esta injerencia turca no es nueva. Desde el inicio de la guerra en Siria en 2011, Ankara entrenó en su territorio a desertores del ejército sirio bajo la supervisión del MIT (los servicios de inteligencia), entre los que surgió el Ejército Libre Sirio (ESL) en julio de 2011.
Hoy, Turquía espera instalar permanentemente una zona de amortiguación en territorio sirio para evitar cualquier porosidad con los combatientes kurdos, agrupados en el seno de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), pero los vínculos con los combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) son reales. Según el Congreso Nacional del Kurdistán (KNK), “un gran ataque contra la región kurda de Tal Rifaat en el noroeste de Siria” se está preparando. Tal Rifaat es el hogar de varios cientos de miles de refugiados kurdos que se vieron obligados a huir en 2018 tras la ofensiva contra la ciudad de Afrin.
“Según fuentes locales, Turquía también ha abierto la frontera con el noroeste de Siria, permitiendo que más combatientes yihadistas entren en Siria”. dice el KNK. Las poblaciones kurdas de Alepo están evidentemente amenazadas por el avance de los yihadistas, que no sabemos si pretenden tomar la ciudad. Y sobre todo si el ejército sirio, apoyado por la fuerza aérea rusa, es capaz de hacer frente a la situación mientras la carretera que une Damasco con Alepo está ahora cortada en dos lugares por el HTS.
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