Según Angela Merkel, siempre ha tratado de ignorar los juegos de poder del presidente ruso Vladimir Putin. Como lo hizo a menudo en su vida, se adhirió a la regla aristocrática inglesa de “nunca explicar, nunca quejarse”, escribe la excanciller en su autobiografía “Freedom”, publicada el martes.
En este contexto, Merkel describe, entre otras cosas, un episodio de 2007, cuando se reunió con Putin en su residencia de la ciudad de Sochi, en el Mar Negro. “Desde mi visita inaugural a él en enero de 2006, Putin sabía que yo tenía miedo de los perros, después de que uno me mordiera en Uckermark a principios de 1995”, dijo Merkel. Sin embargo, el labrador negro Koni de Putin apareció de repente mientras ella y Putin estaban rodeados de fotógrafos y equipos de cámara.
Putin: Si lo hubiera sabido, nunca lo habría hecho”
Intentó ignorar al perro, “aunque se movía más o menos a mi lado”, recuerda Merkel. “Interpreté las expresiones faciales de Putin en el sentido de que disfrutaba la situación. ¿Solo quería ver cómo reacciona una persona angustiada? ¿Fue eso una pequeña demostración de fuerza? Solo pensé: mantén la calma, concéntrate en los fotógrafos, esto pasará”.
El jueves, Putin pidió públicamente perdón a Merkel. No sabía que “ella tenía miedo a los perros”, aseguró Putin en una rueda de prensa en la capital kazaja, Astaná. “Si lo hubiera sabido, nunca habría hecho esto”, afirmó el presidente ruso. Putin dijo que quería crear una “atmósfera relajada y agradable”. “Me vuelvo hacia ella de nuevo: Ángela, lo siento, no quise causarte angustia”, dijo el presidente ruso.
Intentó ignorar al perro, “aunque se movía más o menos a mi lado”, recuerda Merkel en su libro. “Interpreté las expresiones faciales de Putin en el sentido de que disfrutaba la situación. ¿Solo quería ver cómo reacciona una persona angustiada? ¿Fue eso una pequeña demostración de fuerza? Solo pensé: mantén la calma, concéntrate en los fotógrafos, esto pasará”.
Se sabe que Putin es un amante de los animales. Sabiendo esto, el equipo de Merkel pidió expresamente al Kremlin que Putin no llevara a su perro a sus reuniones, explicó el exjefe de Gobierno. En consecuencia, Putin respetó este deseo en su primera reunión en Moscú en 2006. En cambio, le dio un regalo: un perro de peluche blanco y negro. Putin le dijo que no mordería y ella puso “buena cara en el lado malo”, escribe Merkel.