La huelga de la educación que se desarrolla hoy ofrece una paradoja sorprendente: la educación francófona es una de las mejor financiadas del mundo, con muy buenos ratios de personal, pero, en términos de resultados, estamos por debajo de la media. Un viejo problema que afecta a las escuelas francófonas desde hace casi 35 años.
Viejos problemas
Les hablé ayer de las grandes huelgas de los años 90, de este espectro de un importante movimiento social. Hay otro espectro, un verdadero cadáver en el armario, que resurge al mismo tiempo: esta paradoja francófona. Una de las enseñanzas mejor financiadas del mundo, especialmente la secundaria con sus múltiples opciones, pero también una de las menos efectivas, ya sea en términos de nivel medio o de igualdad entre estudiantes.
El problema no es nuevo… Fue señalado en los años 1990 por un economista de Namur, Robert Deschamps. Ya murió, pero el problema persiste. En 2019, otro profesor, Jean-Paul Lambert, ex rector de Saint-Louis, hizo la misma observación. Seguimos entre los países que más gastan, junto a Noruega o Dinamarca, pero estamos lejos de tener su eficiencia. Somos los campeones de la OCDE en términos de repetición, tenemos uno de los sistemas más desiguales junto con Francia y el nivel medio de los estudiantes está por debajo de la media. Jean-Paul Lambert concluyó: “El sistema educativo belga francófono es muy ineficiente… y al mismo tiempo muy caro”.
Resistencia
Por tanto, no es un problema de medios, sino un problema de organización y de prácticas. El descontento de los profesores de los años 90 dejó al político sin palabras, como si la escuela se hubiera vuelto irreformable. Por tanto, un cambio de método con el Pacto de Excelencia lanzado por Joëlle Milquet hace más de 10 años, que exige una amplia consulta. De alguna manera, este pequeño mundo llega a un acuerdo y toma una serie de medidas inspiradas en los modelos nórdicos: limitación de la repetición, ampliación del núcleo común, escolarización gratuita, supervisión diferenciada, ritmo escolar mejor adaptado. Pero hay un problema: el Pacto de Excelencia es el resultado de un compromiso importante que no siempre es coherente. Aumentó aún más los recursos asignados a la escuela y tomó tiempo para producir sus efectos.
Nuevo gobierno
Aquí es precisamente donde reside el malestar. Al mismo tiempo, el gobierno dice que quiere continuar con el pacto, pero después de una evaluación y consulta (que era lo que pedía el sector, especialmente la dirección). Pero también propone nuevas prioridades: por ejemplo, la flexibilidad del personal mediante el paso a contratos permanentes. Lo que llama la atención en la secuencia no es tanto la esperada huelga de los profesores sino la ira de los demás actores: las redes, tanto oficiales como gratuitas, y las direcciones de las escuelas. Por ejemplo, los directores de escuelas católicas hablan en un comunicado de prensa de su consternación por el conjunto de reformas anunciadas, que dicen ser rechazadas sistemáticamente.
Ésta es la cuestión del momento: ¿ha terminado el período relativo de reformas concertadas y más o menos pacíficas que vivimos con el Pacto de Excelencia? Otra forma de plantear la cuestión es preguntarse si las escuelas francófonas han llegado al final de la lógica de consulta del Pacto y si las reformas requieren ahora un enfoque más vertical. En otras palabras, un enfrentamiento entre la escuela y el gobierno de MR-Engagés. Respuestas en los próximos meses.