El 22 de noviembre, Netflix presentó la temporada 2 de la emperatrizconfirmando la locura mundial por esta reinterpretación moderna de la vida de Isabel de Austria, más conocida con el sobrenombre de Sissi. Desde el lanzamiento de la primera salva en septiembre de 2022, la serie ha atraído a un público ávido de dramas históricos revisitados, creciendo junto a títulos emblemáticos como la corona o Las crónicas de Bridgerton. Pero la pregunta persiste: la emperatriz ¿Es fiel a la historia de Sissi o se trata de una relectura ficticia?
Una Sissi reinventada para una era contemporánea
Creada por Katharina Eyssen, la serie ofrece una versión decididamente moderna de la joven emperatriz. Mientras que adaptaciones anteriores, en particular las realizadas por Romy Schneider, presentaban a Sissi como una figura amable e idealizada, la emperatriz saca a relucir una heroína compleja, rebelde y feminista. Devrim Lingnau, en el papel principal, encarna a una Isabel soñadora, intrépida y en constante lucha contra la etiqueta opresiva de la corte de Viena.
Aunque refrescante, esta representación a veces se aleja de la realidad histórica. El espectáculo se centra sobre todo en su romance con François-Joseph I (Philip Froissant), ocultando ciertas tensiones en su unión. Si su encuentro durante una estancia en el campo y su matrimonio concertado por sus respectivas madres son ciertos, la producción omite detalles más oscuros, como las dudas y las lágrimas de Elizabeth el día de su boda.
Una heroína entre el mito y la tragedia
La verdadera Sissi, nacida Elisabeth von Wittelsbach en 1837, era mucho más que un símbolo romántico. Rebelde contra las convenciones, fumaba, montaba a caballo, practicaba gimnasia y se negaba a cumplir los códigos judiciales. Sus pasiones por Hungría y la poesía, así como su fascinación por la belleza, marcaron su vida, pero también su sufrimiento. Obsesionada con su apariencia, siguió una dieta draconiana y pasó horas cuidando su cabello.
Sin embargo, la serie todavía aborda sólo parcialmente estos profundos trastornos que marcaron su vida, en particular su anorexia y sus episodios de depresión. Estos elementos, aunque abordados en la primera temporada, podrían enriquecer las intrigas de las siguientes.
Un fresco romántico
Y la emperatriz No pretende ser una lección de historia, pero ofrece una inmersión espectacular en el esplendor de la época. Los suntuosos decorados, el vestuario meticulosamente diseñado y la cuidada puesta en escena ofrecen un verdadero escape visual. Pero este esplendor va acompañado de libertades narrativas que sirven sobre todo para dramatizar la historia.
Así, anécdotas como el encuentro casual entre François-Joseph y Sissi, entonces vestida de luto, o el papel omnipresente de la archiduquesa Sofía, suegra exigente y manipuladora, se interpretan para acentuar el contraste entre la personalidad libre de Sissi y la austeridad de la corte de los Habsburgo.
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