Papas fritas, cerveza y un encendedor. Los proyectiles caen hacia Stéphane Panont, apoyado en la banda, con la bandera en la mano. Jugamos el minuto 37 en Bastia, donde los corsos reciben al Lorient, el sábado 23 de noviembre, en la Ligue 2. Detrás del árbitro asistente, la afición del Sporting, molesta por la tarjeta roja infligida a uno de sus jugadores, se desata. Consecuencia: el árbitro central, Willy Delajod, dice alto. El partido se detiene durante 35 minutos, antes de reanudarse y finalizar.
“Fueron valientes”, juzga el portavoz de la Unión de Árbitros de Fútbol de Élite (Safe), Olivier Lamarre, que habló el domingo por la mañana con los responsables interesados e incluso mencionó la explosión de una bomba agrícola cerca del césped. Hasta el final permitieron que el partido se desarrollara conforme a las reglas y con total equidad. Las autoridades públicas insistieron en que se reanudara esta reunión por temor a mayores problemas de seguridad. Escucharon esta petición después de haber tenido garantías de su seguridad. Pero incluso después de eso, no podemos decir que la gente estuviera muy tranquila en el foro en cuestión…”
France