Jules Kounde debe agachar la cabeza avergonzado mientras el Barcelona desperdicia la victoria ante el Celta

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A falta de 10 minutos para el final del partido contra el Celta de Vigo en Balaídos, el Barcelona ganaba 2-0 y navegaba.

Claro, habían aprovechado su suerte durante largos períodos, pero una victoria en uno de sus principales campos de bogeys (junto con Anoeta/Reale Arena) habría significado tres puntos enormemente valiosos.

Al final resultó que la expulsión de Marc Casado a ocho minutos del final supuso un punto de inflexión porque apenas cuatro minutos después los gallegos empataban.

Se le permitió regresar al juego porque Jules Kounde cometió el pecado capital de no lanzar el balón a la fila Z si no estaba seguro de dónde jugarlo.

En cambio, su patético esfuerzo por despejar cayó tentadoramente para Alfonso González, quien no cometió ningún error.

Con el bocado entre los dientes y el rabo en alto, sólo iba a haber un equipo que volviera a marcar antes del pitido final.

Foto de MIGUEL RIOPA/AFP vía Getty Images

Efectivamente, apenas dos minutos después, Hugo Álvarez anotó el empate, mandando a Héctor Fort a las tiendas.

Fue otra oportuna llamada de atención para Hansi Flick y el Barcelona en una noche en la que la atención se centró inicialmente en el francamente terrible Gerard Martín, que solo estaba en el once inicial debido a la ausencia de Alejandro Balde en el lado izquierdo de la defensa.

Que el péndulo se haya movido hacia el lado derecho de la línea defensiva antes del tiempo completo le dará a Flick algo en qué pensar.

Kounde había dicho recientemente en un podcast que “mentiría si dijera que me gusta el fútbol tanto como antes. Antes era mi carrera, ahora es mi trabajo”.

Un trabajo que no logró realizar de manera adecuada, y tampoco es la primera vez esta temporada.

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Foto de MIGUEL RIOPA/AFP vía Getty Images

Cuando el francés está de humor, no hay mejor lateral en la liga, pero si tiene un mal día, Dios mío, puede ser doloroso verlo. Sin embargo, es totalmente justo decir que la mayoría de sus compañeros de equipo tampoco pudieron encadenar ningún patrón de juego contra el Celta.

Con 2-0 arriba, el Barça debería haber mostrado algo de profesionalismo y haber superado los últimos 10-15 minutos con tranquilidad.

Al ver cómo también superaban constantemente su trampa del fuera de juego, por momentos parecía que sólo Iñaki Peña estaba frenando el tsunami de oportunidades que estaban creando los locales.

El portero y Raphinha ciertamente pueden ser absueltos de cualquier responsabilidad por unos 90 minutos tan mediocres, mal ejecutados y francamente horribles.

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