Los bienes más valiosos de Michel Hazanavicius, es la adaptación cinematográfica animada de un cuento de Jean-Claude Grumberg, hijo de un deportado que murió en Auschwitz, un dramaturgo que ha escrito extensamente sobre la Shoah.
Es invierno en Polonia, un leñador recoge una cesta arrojada desde un tren de la muerte, un gesto desesperado de unos padres deportados, un milagro para esta pobre mujer que perdió a un niño pequeño. No para su marido, convencido de que esta gente, los judíos, no tienen corazón. Pero el hombre grosero se deja tocar por el bebé, es el camino de un hombre justo, que actuará como padre para este niño.
La animación, la historia, es lo que autorizó a Michel Hazanavicius a abordar la historia de Jean-Claude Grumberg. Por el grosor de la línea, este viaje de la oscuridad hacia la luz, y por las voces, la apuesta resulta acertada.
Las voces son las de Dominique Blanc, Grégory Gadebois, Denis Podalydès y Jean-Louis Trintignant, el narrador. Grabó su partitura poco antes de su muerte; es abrumador escuchar todavía la voz más bella del cine francés.
Partimos del lado de Fréjus en Var, una ciudad junto al mar, a menudo aplastada por el sol, pero aquí estamos lejos de la postal de la Riviera, estamos más del lado de los habitantes modestos y sus edificios en ruinas. Donde Liane, una joven de 19 años, vive con su madre y su hermana pequeña, como todos los jóvenes de su edad, se aburre, sueña con la fama y el lujo, y se pasa la vida en las redes sociales entre maquillaje, cirugía estética, ropa de diseño y perfumes que apenas pueden permitirse.
Liane, que vislumbrará la luz de otro lugar, a través de un reality show, para el que decide presentarse a un casting, aferrándose lamentablemente demasiado a su sueño, mientras la vida real y sus problemas siguen apoderándose de ella.
Agathe Riedinger, que estudió en Bellas Artes, quiso adoptar el punto de vista opuesto a lo que se considera (o no) de buen gusto, cuestionando lo que los reality shows infligen al cuerpo de las mujeres. Si diamante en bruto evidentemente no está exento de defectos o de torpezas, creemos en ello, gracias al reparto, el de Malou Khebizi – que interpreta a Liane – como protagonista, y nos conmueve esta puesta en valor de una Francia periférica, empobrecida, silenciosa pero mayoritaria. , con su lengua, sus códigos o sus referentes culturales.