La Croix: ¿Cuándo invitó al Papa Francisco a Ajaccio?
Cardenal Francisco Bustillo: En primer lugar quisiera decir la alegría que sienten los corsos al recibir al Papa. Este viaje es a la vez una gran alegría y una gran esperanza para toda la diócesis de Ajaccio.
La primera vez que propuse al Papa venir a Córcega creo que fue después de la publicación de mi libro sobre la vocación del sacerdote en tiempos de crisis, en 2021 (1).
Tuve que plantear la idea nuevamente al año siguiente. Pero es especialmente en marzo de 2024, cuando el Suplente (de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, Mons. Peña Parra, nota del editor) vino a Córcega (2), vio el fervor de la gente y se dijo que el proyecto podría realizarse. Allí le dije al Papa: “podrías venir”. Y organizamos esta conferencia sobre la religiosidad en el Mediterráneo.
¿Por qué este tema?
facebook: Quienes conocen Córcega conocen las hermandades.(asociaciones seculares dedicadas a diferentes devociones, nota del editor). Organizan procesiones, llevan la cruz, la estatua de San Juan Bautista, de Santa Lucía…
Recuerdo que en 2021, durante mi primer año como obispo en Córcega, fui a Porto-Vecchio para visitar Saint-Jean. La gente estaba sentada en los restaurantes y pasábamos entre ellos en procesión.
Hay aquí una visibilidad de lo sagrado en el espacio público que no plantea ningún problema. No hay miedo de manifestar la fe cristiana de una manera sencilla, no ideológica y que no induzca a la culpa.
¿En qué sentido ella no es culpable?
facebook: Podríamos imaginar que manifestamos fe para decir a los demás: “Vengan a misa, deben hacer esto o aquello. “Pero no. Esto se hace de una manera muy serena y libre. La procesión pasa, la gente es libre de participar o no.
¿Cuál es el vínculo con Marsella, a donde viajó el Papa en septiembre de 2023?
facebook: Lo que vivimos en Marsella nos da una gran inspiración. El de decirnos que lo que nosotros estamos viviendo, quizás otros en todo el Mediterráneo también lo estén viviendo. La conferencia también forma parte de esta idea. Me parece interesante que obispos sardos, sicilianos o españoles vengan a Ajaccio para hablarnos de sus tradiciones, de su piedad popular y de su evangelización.
¿Cómo ve la sociedad corsa?
facebook: Hay dos aspectos que me parecen importantes. La primera es que aquí no hay hostilidad ideológica hacia la Iglesia. La segunda es que incluso si la gente participa en procesiones y ciertos eventos religiosos, esto no significa que todo sea un hecho.
Todavía tenemos este gran desafío de evangelizar. El desafío de los sacerdotes, diáconos, religiosos y personas consagradas es ayudarlos a pasar de la práctica a la fe.
¿En qué pensaste? Él nos amabala última encíclica del Papa, dedicada precisamente a la devoción popular?
facebook: Me parece muy bonito que el Papa hable del sagrado corazón de Jesús (tema de la nota del editor de la encíclica). Como ocurre con las procesiones en el Mediterráneo, se podría ver esta devoción como algo un poco folclórico, un poco piadoso, y decir que es una aproximación superficial y simpática a la fe. Pero en realidad demuestra un apego a una forma de simplicidad. Nosotros, que a veces estamos demasiado inmersos en conceptos, hay algo muy concreto, visible en la religiosidad popular.
Volvemos a la visibilidad. ¿Es un desafío para el catolicismo volver a ser visible en la sociedad francesa?
facebook: No diría que el objetivo del catolicismo sea recuperar el espacio público. Pero creo que podemos tener un lugar en el espacio público que no sea un ataque a la sensibilidad de los demás ni un ataque al secularismo. Los católicos estamos acostumbrados a tener un contacto natural con las autoridades. No hacemos una procesión sin autorización, sin negociar un espacio, un momento.
Aunque las cosas en Córcega son un poco diferentes en comparación con el continente. En nuestro país, el alcalde y el diputado suelen estar presentes durante las procesiones. Es parte de la cultura, de la identidad.
En Córcega, la identidad supo transformarse en identitarismo, con sus variaciones políticas y su violencia. ¿En qué momento dejamos de ser religiosos?
facebook: Debemos tener cuidado, a este respecto, de no ser folclóricos e ideológicos. La característica de la piedad popular es unificar y no dividir. En mi opinión, el problema está ahí. Si se organiza una procesión es para reunir a personas que no tienen las mismas opiniones políticas, los que creen y los que creen menos. Todos vienen y respetan la tradición. Es un activo bastante extraordinario.
¿Lamenta que el catolicismo francés haya quedado un tanto aislado de la fe popular?
facebook: Sobre todo, me digo a mí mismo que hoy la Iglesia no puede permitirse el lujo de no explorar otros caminos. Vivimos tiempos difíciles y, paradójicamente, mucha gente hace preguntas. Muchos tienen una búsqueda interior.
En la ciudad de Ajaccio creo que hay 140 personas, en su mayoría jóvenes, que se están preparando para el bautismo y la confirmación de adultos. No es trivial. Así, algunos podrán considerar la fe popular como folklore, como algo inútil, pero para otros que están en búsqueda, representará un punto de entrada, una identificación con un pueblo en movimiento.
Creo que la Iglesia intenta en cada época responder a situaciones diferentes. Hoy tomamos en cuenta el patrimonio real que tenemos, y tratamos de resaltarlo, sin querer dominar. Creo que es importante: no queremos dominar, manipular ni adoctrinar.
(1) La vocación del sacerdote ante las crisis. Lealtad creativaEd. Nouvelle Cité, 2021, 240 p., 20 €
(2) El Cardenal Bustillo y Mons. Edgar Peña Parra publicaron juntos, en conversación con Nicolás Diat, El corazón no divideFayard, 2023, 270 p., 22,50 €.