Resultado final: Hellas Verona-Inter 0-5
Montiport 5,5 – Lo detiene el travesaño tras un cabezazo de Correa, que luego se va por encima con un toque refinado. Observa impotente la granizada y le niega a Zielinski el sexto gol.
Daniliuc 5 – La primera emoción para Sommer es una ilusión que dura lo que dura un bostezo: después del partido se convierte en una lenta agonía.
Magnani 4 – Difícil comunicación con Dawidowicz, toda verticalización se convierte en meta: Thuram y Correa hacen lo que quieren.
Dawidowicz 3 – Al regresar conmocionado tras dos meses de ausencia, lo pillan continuamente: responsable directo de al menos cuatro de los cinco goles nerazzurri. Desde 46′ Ghilardi 6 – En el interior, cuando ha pasado la tormenta, se defiende entre los escombros.
Tchatchoua 5 – Inicio atrevido, enérgico en la recuperación del balón para revertir rápidamente la acción pero el motor se estropea casi de inmediato.
Serdar 5 – Intenta ser agresivo en el regate del Inter, pero no consigue limitarlo. Aparece en la zona de tiro, sin resultar peligroso.
Belahyan 5 – El Inter lo observa con interés, salvo una simpática Verónica en el área estrecha, pero le cuesta mucho controlar la posesión.
Harroui 4.5 – Camina sin dar nunca la impresión de poder causar realmente un impacto. No tiene las geometrías de Duda, se limita al pase corto. Desde 46′ Dani Silva 6 – En la segunda mitad los ritmos bajan drásticamente, lo que contribuye al fraseo.
Bradárico 4 – Pésimo posicionamiento defensivo, como quinto en el centro del campo se olvida de cubrir: sobre el trío del Inter se echa una siesta. Desde 46′ Lazovic 5.5 – Un par de cruces inofensivos.
Tengstedt 5.5 – Movimientos apreciables del juego ofensivo, merece mejor suerte cuando el cuadrado llega a la esquina superior. Desde 68′ Suslov 5,5 – Cameo sin parpadeos.
volar 5 – Pequeño y mal apoyado, busca bolas jugables poniéndose bajo presión: pronto vacía el tanque en persecuciones inútiles. Desde 46′ Sarr 5 – Visibilidad reducida, no es un cambio de mejora.
Paolo Zanetti 4- Restablece la defensa de tres hombres, pero el castillo se derrumba en unos veinte minutos: las orillas se rompen y el Inter se desborda como un río embravecido. Ya había pasado en Bérgamo, la lección no sirvió.