La visión de The Guardian sobre la justicia global en una encrucijada: los crímenes de guerra exigen rendición de cuentas | Editorial

La visión de The Guardian sobre la justicia global en una encrucijada: los crímenes de guerra exigen rendición de cuentas | Editorial
La visión de The Guardian sobre la justicia global en una encrucijada: los crímenes de guerra exigen rendición de cuentas | Editorial
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tas órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, el ministro de Defensa Yoav Gallant y el jefe militar de Hamás, Mohammed Deif, representan un hito histórico en la lucha por la rendición de cuentas por los crímenes de guerra. La masacre de 1.200 israelíes perpetrada por Hamás en octubre fue una escandalosa violación del derecho internacional humanitario, que justifica el procesamiento. Sin embargo, con muchos de los altos comandantes de Hamas muertos en ataques militares israelíes, la justicia en los tribunales puede seguir siendo difícil de alcanzar.

Para los dirigentes de Israel, la acción de la CPI pone fin a décadas de impunidad percibida y desafía lo que los críticos describen como el antiguo “escudo de inmunidad” de Israel. Hubo reacciones predecibles: Netanyahu condenó la decisión de la CPI como “antisemita”, mientras que Hamas elogió las órdenes contra los líderes de Israel como un “precedente histórico importante”. La jurisdicción de la CPI sobre Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este proporciona la base legal para este paso audaz. Sin embargo, la verdadera prueba de estas órdenes recae en los 124 estados miembros de la CPI, que están legalmente obligados a arrestar a los acusados ​​y transferirlos a La Haya. No actuar expondría al derecho internacional como una fachada, socavando su credibilidad y permitiendo que las naciones poderosas y sus aliados pisoteen la justicia con impunidad. Hacer cumplir estas garantías no es sólo una obligación legal: es un imperativo moral defender el principio de que ningún líder está por encima de la ley.

Este mandato exige tanto responsabilidad individual como responsabilidad estatal, y prohíbe a los gobiernos ayudar o permitir presuntos crímenes de guerra. El gobierno del Reino Unido enfrenta críticas por su apoyo a Israel, que según los activistas ha contravenido durante mucho tiempo el derecho internacional. Muchas naciones europeas que defendieron la acción de la CPI contra Vladimir Putin de Rusia ahora deben enfrentar sus obligaciones hacia Israel. No hacer cumplir las órdenes corre el riesgo de traicionar los compromisos y erosionar la confianza en la justicia multilateral. La coherencia de sus respuestas pondrá a prueba su compromiso con el derecho internacional.

Al igual que Israel, Estados Unidos no reconoce la autoridad de la CPI. El prolongado rechazo de Washington a la jurisdicción de la CPI, junto con las amenazas de sanciones contra los estados cooperantes, envía un mensaje preocupante: que el derecho internacional se aplica sólo a las naciones más débiles, no a las potencias globales ni a sus aliados. Tal resistencia debilita el sistema de justicia global y pone en duda los principios que Estados Unidos dice defender. Los crímenes en el centro de estas órdenes se encuentran entre las violaciones más graves del derecho internacional humanitario, incluido el hambre como arma de guerra y los ataques deliberados contra civiles. Cuando tales actos son sistemáticos y están impulsados ​​por el Estado, exigen rendición de cuentas. La búsqueda de justicia por parte de la CPI pone a prueba la determinación de la comunidad internacional de defender estas normas frente a la resistencia política.

Este momento representa más que un procedimiento legal; es un desafío fundamental al orden internacional. Las acciones de la CPI indican que incluso las naciones más poderosas deben responder por las violaciones del derecho humanitario. Si los Estados miembros no actúan, corren el riesgo de dejar sin sentido el derecho internacional. La elección es clara: defender los principios de justicia y derecho o aceptar un mundo donde el poder determine la impunidad. Al respaldar la decisión del tribunal, los estados rebeldes comenzarán a temer ser sometidos. Defender estos principios es esencial para un orden internacional justo donde la ley proteja a todos, no sólo a los fuertes. Las órdenes de la CPI contienen un poderoso mensaje: que la era de impunidad desenfrenada por crímenes de guerra debe terminar.

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