El Pucela está muerto

El Pucela está muerto
El Pucela está muerto
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Getafe-Real Valladolid. Cuando se enfrentan Getafe y Real Valladolid en su versión actual, todo el mundo tiene claro que de esa conjunción, como mucho, puede salir un palé de ladrillos, nunca La Piedad de Miguel Ángel. Ni en tres generaciones los actuales componente de ambas plantillas puede ni siquiera imitar una obra igual.

Pero lo que tampoco se espera es que uno de los equipos se transforme en Laszlo Toth, el tarado que en 1972 se puso a dar martillazos a la inmensa obra que el genio florentino esculpió con 24 años. Porque el Real Valladolid va a los partidos con martillo, no con balón. Lo suyo es romper el juego del rival, más que esculpir el suyo. Y claro, cuando no hay, no ya genialidad, sino simple capacidad ni en el banquillo ni en el campo, se perpetran partidos como éste, una oda a la autodestrucción.

El Pucela se lo cargó a martillazos. Quiso romper el juego rival pero no calculó el movimiento de mano y se dio en sus puntos neurálgicos. El Real Valladolid se rompió a sí mismo. Pero no sólo para el presente, sino para el futuro. El choque de Getafe marca un hito, de esos que se recuerdan cada temporada para bien o para mal. En este caso coloca a los blanquivioleta al borde del caos. No sólo clasificatorio, sino de juego y de capacidad de crear fútbol, de tener un mínimo atisbo de qué hacer con el balón, ese enemigo.

El desastre de la segunda parte es de los que abocan a un equipo a Segunda por vía urgente, a la vez que definen a un entrenador incapaz, desastroso con los cambios, y a un presidente que toca la lira mientas su equipo se quema por todos los flancos. Lo de Nerón fue falso, según demostró la historia. Lo de Ronaldo, el tenista obeso, es por desgracia cierto. Su dejación al frente del club y la incapacidad del técnico de pensar en algo más que especular ha dejado al Pucela muerto. Ahora mismo el equipo es un pingajo. Ni cree en lo que hace, ni sabe qué tiene que hacer. El Getafe llegaba al encuentro tras marcar ocho goles en 1.170 minutos, el que menos de Primera. Pues en tres minutos metió dos. Ése es el Real Valladolid. El de Pezzolano y el de Ronaldo.

Ronaldo, ayer jugando al tenis.CONTRACCIÓN NERVIOSA

Los blanquivioleta navegan hacia Segunda con el único libro de estilo de que no se juegue a nada y esperar la fortuna, si puede ser mediante Moro. Ayer no hubo más lotería que la de la expulsión de Pezzolano al descanso en el túnel de vestuarios, incapaz de digerir la presión. Tras el error de retirar a Anuar y Juric, que soportaban el armazón del equipo, Álvaro Rodríguez marcó el primer gol tras fallo de Rosa al dejar botar el balón. Nyom, hace poco más de un mes sin equipo, hizo el 2-0 tras la asistencia de Martín, que metió al centro del área un balón que se perdía, y la inacción de Latasa, que fue a despejar como si fuese un peluche. El Getafe, sin hacer nada, se vio con dos goles regalados. El Pucela toca fondo. Pezzolano toca fondo. Ronaldo toca fondo. Si continúan, lo harán como zombies, no como seres vivos.

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