Con “The Most Precious of Goods”, Michel Hazanavicius cuenta una historia de amor y cenizas en el bosque polaco

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Imagen tomada de “The Most Precious of Goods”, película de animación de Michel Hazanavicius. CANAL DE ESTUDIO

LA OPINIÓN DEL “MUNDO” – NO DEBE PERDERSE

Niño escondido durante la Segunda Guerra Mundial, con su padre y sus abuelos asesinados en Auschwitz, Jean-Claude Grumberg, nacido en 1939, tuvo mucho que ofrecer para salir destruido de esta larga y metódica abominación. En cambio, empezó a cortar telas, sin duda por atavismo, y luego reemplazó la tela con palabras. No podemos juzgar los vestidos que salieron de su taller, pero sí hemos leído sus textos, escuchado sus diálogos, cincelados, elegantes, agridulces, con un humor demoledor, doloroso y vitalista al mismo tiempo, obsesionados por este « eligió » que le costó un padre, 6 millones de hermanos y hermanas, y contra cuyo destino milagrosamente sobrevivió.

El más valioso de los bienes (publicado por Seuil en 2019, reeditado hoy con dibujos originales de Michel Hazanavicius) es el último de estos textos, que adopta una distancia inesperada del acontecimiento eligiendo la forma de un relato cruel comprometido con la esperanza. Cuenta la historia de una niña arrojada de un tren y acogida por un par de leñadores pobres. El título de la obra, que hace girar como anillo al dedo el neolenguaje nazi (las “mercancías” designadas por los judíos destinadas a la industria de la muerte), es bastante esclarecedor sobre su espíritu. Aquí, no hay judíos ni nazis, hablamos el lenguaje de la historia, que evoca “raza maldita” o el “entrenar dioses”.

Trabajar en el patrón

Alertado por la emoción y la actitud que emanan de esta historia estilizada, viendo en ella una forma de abordar con el miedo y el temblor necesarios un acontecimiento al que su historia familiar no es ajena, el director Michel Hazanavicius -el mismo que inventó lo universal- antidepresivo Hubert Bonisseur de La Bath, el héroe de OSS 117 – lo convirtió en una película animada.

Fiel al espíritu y letra del texto, la película no es sólo eso. Lo transustancia en el mundo de la animación, con toda la sobriedad, sensibilidad y talento necesarios. En lugar de profundizar en la refinada narrativa del cuento –la niña encontrada, la angustiosa discusión de la pareja estéril que la acoge, los celos y la malicia del mundo que la rodea, la fábrica de la muerte, el regreso inesperado de un padre milagroso e irreconocible– Hazanavicius tiene la inteligencia para trabajar en el motivo. Son pocos pero ocupan todo el espacio. El bosque polaco, oscuro, inquietante, invernal y, sin embargo, salvador. El tren, como una bestia ciega y aullante que no deja de cruzarlo y destrozar el mundo, gritando. El campo de exterminio, un lugar electivo de desfiguración humana con el telón de fondo de una canción de cuna yiddish transfigurada.

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