Hoy en día, la “tierra del dragón del trueno” es uno de los tres únicos estados del mundo, junto con Panamá y Surinam, que registra una huella de carbono negativa. Gracias a sus bosques, que cubren el 70% del territorio y están protegidos por la constitución, absorbe 3 veces más carbono del que emite. Si Bután captura CO2 gracias a sus extensiones verdes, no emite nada cuando se trata de producir electricidad. En Bután, no procede de energía fósil sino que es 100% hidroeléctrica. El país produce electricidad gracias a sus cinco represas alimentadas por agua de los glaciares del Himalaya.
Pero a pesar de sus esfuerzos de preservación, Bután no ha escapado a las consecuencias del calentamiento global. El país, dominado por picos que alcanzan una altitud de 7.500 metros, tiene 700 glaciares y casi la misma cantidad de lagos glaciares. A medida que el hielo se derrite, se crean depósitos de agua, lo que hace que los científicos teman “tsunamis de montaña”.
El equipo de Arte Reportage obtuvo el acuerdo excepcional para acompañar a los científicos butaneses a uno de estos lagos que amenaza con desbordarse. A casi 5.000 metros de altitud, Antoine Védeilhé y Germain Baslé advirtieron el peligro inminente que se cierne sobre el país. Si el lago se desbordara, millones de metros cúbicos de agua fluirían hacia el valle, devorando miles de vidas a su paso.
Después de haber logrado proteger sus bosques, Bután se inclina ahora hacia sus montañas. Hay urgencia: según el primer glaciólogo del país, la pregunta ya no es si los lagos glaciares se desbordarán, sino ¿cuándo?
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