Carsley jugó por primera vez con el lateral izquierdo del Newcastle Lewis Hall, una posición que se está abriendo para Inglaterra, como sustituto en el descanso del defensa del Aston Villa Ezri Konsa, mientras que Morgan Rogers fue presentado para su debut internacional después de 66 minutos.
Llegó para reemplazar a Anthony Gordon del Newcastle United, quien crece en estatura con cada partido de Inglaterra, mientras que el extremo del Chelsea Noni Madueke brindó una verdadera amenaza y preparó el gol de Watkins.
Watkins demostró que puede marcar goles para Inglaterra, como lo hizo en la semifinal de la Eurocopa 2024 contra Holanda, mientras que otros internacionales establecidos tendrán puntos positivos en sus nombres cuando Carsley entregue sus informes a Tuchel.
El portero del Everton, Jordan Pickford, sigue siendo un modelo de consistencia, produciendo una vez más una parada crucial de Fotis Ioannidis, mientras Bellingham caminaba por el Estadio Olímpico con el tipo de arrogancia confiada que le ha faltado a Inglaterra y al Real Madrid en los últimos tiempos.
Este era Bellingham en su mejor momento, casi imposible de controlar con sus movimientos, preocupando a Grecia con su rango de pases y al mismo tiempo embarcándose en constantes oleadas hacia áreas peligrosas.
Esto tenía todos los signos de una noche potencialmente preocupante para Inglaterra dadas sus recientes demostraciones de indiferencia, el ruido en torno a Carsley y las crecientes preguntas sobre por qué Tuchel está retrasando su llegada hasta el 1 de enero.
Al final, un equipo improvisado y sin experiencia hizo que la tarea pareciera relativamente fácil.
Los aficionados griegos sintieron su expectación avivada por las presentaciones antes del saque inicial de los jugadores que sorprendieron al mundo del fútbol al ganar la Eurocopa 2004 en Portugal. El equipo desfiló para celebrar el 20º aniversario de aquel triunfo, acompañado por su legendario entrenador, el “Rey” Otto Rehhagel, de 86 años.
Inglaterra dominó el ambiente desde el principio, mezclando posesión tranquila con ritmo en ataque, especialmente por las bandas, marcando la pauta para la mejor noche de Carsley.
El normalmente impasible Carsley finalmente dejó salir sus emociones después del pitido final, uniéndose a las celebraciones con sus jugadores, sonriendo mientras envolvía a un Jones igualmente eufórico en un abrazo de oso.
Carsley en ocasiones ha parecido incómodo en su elevada posición, pero este era un momento vital para él y para Inglaterra, por lo que merecía disfrutarlo.
Si puede terminar su racha de seis partidos con una victoria crucial en Wembley el domingo, de repente la negatividad que ha caracterizado la última parte de su tiempo será reemplazada por un brillo más positivo cuando Tuchel finalmente llegue para comenzar su contrato de 18 meses en el cambio de año.