ohHabía dejado al doctor Brun (formidable Bouli Lanners) y a su equipo en Raymond-Poincaré en los albores de la epidemia de Covid-19, en un hospital ya devorado por la falta de recursos y de personal. Cuatro años después, ¿qué pasó con Chloé Antovska (Louise Bourgoin), Arben Bascha (Karim Leklou), Alyson Lévêque (Alice Belaïdi) y Hugo Wagner (Zacharie Chasseriaud)? ¿Qué han hecho con su sueño de ejercer la medicina humana en un momento en que servicios enteros cierran y los que permanecen abiertos están completamente sobrecargados?
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En esta tercera temporada, que, seamos claros, no decepcionará a los fans de las dos primeras, el director y guionista Thomas Lilti retrata un hospital público en tensión, donde se requiere el sistema D y la desobediencia civil para evitar que el barco fluya más.
La idea de esta resistencia nació durante la pandemia, cuando el cineasta cuelga ahora su abrigo para ayudar al hospital Robert-Ballanger (93) donde se rueda la serie. Lilti, que, como sus colegas, se inclina por el arte de “retocar”, intuye que en la serie hay que eludir la pandemia y pasar directamente a las secuelas del Covid, en un momento en el que los cuidadores, exhaustos, comprenden que las promesas de 2020 no se mantendrá y tendremos que conformarnos con los medios disponibles. Es decir, en su ficción, un hospital clandestino, en los sótanos del establecimiento oficial, como símbolo del hundimiento de la institución pública.
Thomas Lilti: “Nada es verdad, pero todo es verdad”
En estos seis episodios de extrema tensión, con una violencia a veces insoportable, seguimos esta medicina a dos velocidades: arriba, las urgencias que cierran en pleno verano por falta de recursos, la solución ambulatoria para remediar la falta de camas y de cuidadores. , la clasificación sistemática de los pacientes y en submarinos, la solución de último recurso, la ilegalidad que nos permite creer que un poco de humanidad todavía es posible.
¿Debemos respetar la ley incluso si eso significa estar totalmente en desacuerdo con nuestra idea de moralidad? Lilti toma el pulso a estas salas de urgencia al borde del colapso, donde los pacientes se amontonan en los pasillos esperando ser dados de alta sin haber podido examinarlos, de esta sociedad que abandona a sus viejitos durante las vacaciones de verano, que no no se da los medios para gestionar los trastornos psiquiátricos. En cada episodio, abrumados por las situaciones dramáticas a las que se enfrentan los médicos héroes y a través de la mirada de David (William Lebghil), un oftalmólogo liberal recién llegado al reparto, acabamos preguntándonos si el creador deHipócrates No pintes un cuadro algo caricaturizado.
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Respuesta
“Nada es verdad, pero todo es verdad”, responde el interesado, quien, aunque insiste, admite que, lamentablemente, no está inventando nada. Pero si esta temporada 3 es sin duda la más política, no es oscura. Porque Lilti, aunque no escatime en nada ante el sistema que se desmorona, sigue siendo el cineasta de una juventud comprometida, impulsada por ideales. Como siempre en la obra del médico cineasta queda la esperanza, la poesía, la ensoñación incluso en ciertos episodios, un humanismo que toca el corazón. Para mirar con urgencia.
Hipócrates, temporada 3. Con Louise Bourgoin, Alice Belaïdi, Karim Leklou, Zacharie Chasseriaud, Bouli Lanners, William Lebghil. 11 de noviembre en Canal+.