Desconocido Barça el que vivimos en el Reale Arena. Sin la clarividencia ni la frescura habituales, el cuadro de Hansi Flick fue una sombra de lo mostrado hasta ahora y cayó con merecimiento (1-0). Una noche para hacer ‘reset’ y en la que se echó mucho de menos la imaginación de Lamine.
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Día grande en Donostia. Por la mañana, casi 30.000 corredores y corredoras en la mítica Behobia-San Sebastián. La ciudad era un hervidero. Bares y restaurantes atestados, buen clima. Y faltaba otro plato gordo por la noche. Una Real Sociedad algo irregular y con muchos problemas en su Reale Arena recibía al líder intratable Barça.
LAMINE, EN LA GRADA
La ‘máquina’ de Flick, eso sí, recibía ‘mazazo’ de última hora. Lamine Yamal, ausente en la sesión de entrenamiento del sábado por una sobrecarga, no llegaba a tiempo. Apenas una hora antes de arrancar, el club informaba de la baja del de Rocafonda. Además, como era de esperar, tampoco Dani Olmo salía de inicio tras arrastrar ese virus estomacal. El técnico de Heidelberg mantenía a Frenkie en el once y colocaba a Fermín de falso extremo izquierdo.
Empezaba con susto el partido. Casadó, providencial, salvaba un gol cantado lanzándose a la desesperada cuando se relamía Oyarzabal. Acto seguido, cogía el timón del choque el Barça. Con su receta habitual de defensa adelantada, presión arriba, posesión. En una de esas llegaba el 0-1 de Lewandowski, que se aprovechaba de una indecisión en defensa y batía a Remiro. Pero el VAR lo anulaba. Costó que aparecieran repeticiones. Y se constataba el grave error tirando la línea y sobreponiendo el pie de Lewy por delante del de Aguerd cuando era al revés.
Tras otra clara de Oyarzabal y de un susto de Frenkie, que se sentaba en el césped con molestias en la rodilla, Brais probaba a Iñaki Peña en un libre directo. Y poco después era Kubo tras fabulosa jugada personal. El nipón se veía las caras con su club de formación. Dominio azulgrana, pero ocasiones para los de Alguacil. Y en esas llegaba el 1-0 de Becker. Despeje demasiado corto de Peña, cabezazo de Sucic, indecisión entre Cubarsí y Koundé y el surinamés definía perfecto.
OYARZABAL PERDONA EL 2-0
Casadó, otra vez entre los mejores, casi se estrenaba como goleador con el Barça en el rechace de un córner. Pero algo no acababa de funcionar en el engranaje de Flick. Iñigo, silbado de forma grosera cada vez que tocaba balón, estaba algo nervioso. Y el equipo azulgrana no era capaz de hacer daño por dentro. La Real olía sangre. Un error de Koundé en la entrega lo aprovechaba Kubo, que abría a Becker y este servía un pase milimétrico para que Oyarzabal empujara. Por suerte para el Barça, el de Eibar falló lo infallable. Y era el 2-0 justo antes del descanso.
OLMO POR UN FRENKIE GRIS
No salía con mejores vibraciones el equipo de Flick tras la reanudación. De hecho, la Real disponía de dos claras nada más irrumpir de vestuarios. Pero Iñaki conseguía repeler. Y el transcurrir de los minutos tampoco aportaba lucidez. Solo Olmo, que había entrado por Frenkie (gris una noche más, por cierto) parecía arrojar algo de clarividencia.
La Real presionaba arriba y el Barça no era capaz de encontrar espacios y asociaciones. La finura mostrada todo este tiempo parecía esfumarse. Una mala noche que aún podía maquillarse. El duelo entraba en un ida y vuelta con el Barça, lógico, arriesgando cada vez más. Y la Real con contras clarísimas que iba malgastando.
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Nos plantábamos en el 80′ y seguía ofuscadísimo el Barça. No daba con la tecla Flick. Ansu entraba y no aportaba tampoco chispa, falto de ritmo. Ni siquiera a la desesperada tuvo ocasiones para rascar un punto. Día para borrar rápido del sistema porque nada funcionó.