Como un boxeador, colgó los guantes. No más bocetos mordaces en los televisores. Ahora recita líneas en el escenario. En el teatro Antoine, Stéphane Guillon comparte cartel Desconocido en esta direccióncon Jean-Pierre Daroussin, en un papel dramático.
Stéphane Guillon ha terminado de reír y lo reivindica en una obra del mismo nombre. Narra su renacimiento, tras una complicada ruptura sentimental. Ella hizo añicos sus certezas y la llevó a dar un paso atrás en todo, incluida su carrera.
¿Ese papel de boxeador, de francotirador que se le pega? Él nunca lo quiso realmente, fue su pionero involuntario. “En 2003, cuando comencé a besar a los invitados, nadie antes que yo lo había hecho”, argumenta. “Un día hice un sketch sobre Sylvie Vartan en el set. Allí estaban sus dos jefes de prensa, su club de fans, todos quedaron atónitos. Se dijeron: ¿quién es este idiota que nunca ha hecho nada y que se permite decir que la autobiografía de Vartan no vale nada? Puse el gusano en la fruta. Abrió la puerta para zumbar tras zumbido. » espetó, medio divertido, medio arrepentido.
Hoy, Stéphane Guillon pide disculpas. No a los políticos, “ellos pueden defenderse”, sino a artistas como Vincent Delerm o Michel Delpech. “Lo identifiqué en un momento de su carrera en el que estaba al pie de la ola”, admite hoy Stéphane Guillon. “La carrera fluctúa, hay travesías en el desierto. A mí también me pasó, ahora lo entiendo. »
¿El gobierno de Barnier? “Es posible que esto me inspire para un espectáculo futuro. »
Oficialmente Stéphane Guillon vive pues retirado de la vida humorística. Pero sigue siendo un agudo observador de nuestros tiempos. ¿El gobierno de Barnier? “Es posible que me inspire para un espectáculo futuro”, admite. Pero no de inmediato. “Por el momento sigo aturdido, en una especie de desesperación desde la disolución. Desesperamos a la gente, les hemos prometido un futuro brillante. Cuando Macron se postuló, pensábamos que sería el fin de los partidos, de los esquemas, que la política se haría de otra manera. Nuestros políticos deben predicar con el ejemplo. », antes de añadir “Paso muy a menudo por la Rotonda, donde el presidente cena habitualmente. El ambiente es crepuscular. En la entrada hay un centenar de guardias de seguridad esperando. No podemos decir: hay déficit, vamos a agotar las pensiones, los pequeños ingresos y pedir lenguado meunière, rodeados de un cordón de seguridad, mientras ya estamos comiendo en la cantina del Elíseo. »
Indigno de
Humor pero no indignación. “Tengo un problema con eso. Mi padre, mi tío también eran así. Hervimos constantemente. He progresado un poco porque ahora puedo contenerme. Cuando quiero disolver la Asamblea Nacional, me digo: primero duermo, paso la noche en ella. »