No, no fue una batalla, no tuvo el ritmo, el espíritu competitivo o incluso la desesperación que requiere alguien que ha perdido seis de los últimos siete partidos. es un Recorrido muy manso y el Juventus Se adapta de buena gana al ritmo lento, controlando totalmente el juego. Pero es una dictadura blanda, Toro tiene prohibido disparar a portería, por lo demás la Juventus da un par de azotes y no se enfurece como podría, dada la brecha técnica y de carácter. Mota está, con razón, satisfecho. Desde principio de temporada ha ido construyendo su equipo pieza a pieza, es metódico, nada frenético y en el noveno partido de quince sin encajar gol están las bases de su proyecto; en el cuarto gol de Weah; en la solidez ahora granítica de Locatelli y en el consistente partido de Savona está la construcción de un equipo regenerando las cabezas antes que las piernas, en la portería de Estrella su cruz en Conceicao está la frescura de sus ideas ofensivas que pueden resistir los malos días del vagabundo Vlahovic y en ingeniería futbolística de Cambiaso encontró el motor que hace que todo gire.
Cambiaso, momentos de gloria
Cambiaso vive un momento glorioso: tiene piernas y cabeza que van mucho más rápido que los demás, ve espacios que otros no ven, se mete en ellos a velocidades que otros no tienen y luego casi siempre acierta decisión. El resultado suele ser un objetivo. Y así la Juventus crece paso a paso, toma conciencia de su fuerza, corrige sus defectos, se convierte en equipo, encuentra esa unidad necesaria para apretar los dientes en los momentos difíciles. No brilla, no. No explota, pero empieza a coger velocidad y permanece unido al grupo líder (del que parte el Milán). No requiere adjetivos hiperbólicos, pero da la impresión de tener un potencial considerable.
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