Otra inundación repentina azotó España el viernes 8 de noviembre, esta vez en el norte de Cataluña. No se envió ninguna alerta a los teléfonos móviles de la zona porque la situación fue declarada “bajo control”.
La conmoción en la localidad de Cadaqués se produjo después de que una fuerte tormenta otoñal en el interior del país provocara un repentino descenso por la ladera de la montaña en el norte de la Costa Brava, arrastrando consigo a decenas de coches.
Muchos de los coches estaban estacionados en un canal de control de inundaciones donde estaba prohibido estacionar. “Recibimos la alerta que nos había llegado del Cecat (Centro de Coordinación Operativa de Cataluña), pero la gente ya había aparcado sus coches y el agua se los llevó”, dijo María Pía Seriñana, alcaldesa de Cadaqués. También mencionó que los bomberos no habían avisado previamente de ninguna inundación.
Después del aguacero, a razón de 100 litros de agua por metro cuadrado por hora, los coches fueron arrastrados por el canal de forma tan dramática como en la catástrofe de Valencia diez días antes. Igual de dramático fue cómo uno a uno los autos chocaron contra un puente, causando un bloqueo y represando temporalmente el flujo de la inundación.
El servicio meteorológico local emitió un aviso de inundación, pero el incidente ya había ocurrido. Los bomberos locales también habían recibido ocho alertas desde las 3 de la madrugada, pero principalmente sobre inundaciones en viviendas particulares. Por suerte en esta ocasión no hubo víctimas.
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