Viernes, 8 de noviembre 2024, 01:00
En Europa no se gana fácil a nadie. Ni teniendo el 70% de posesión, ni rematando más que el rival. La Real se encontró en Pilsen con el peor de los escenarios. Jugó fuera de casa, pero como si lo hubiera hecho en el Reale Arena. Ante un equipo que le regaló el balón, le incomodó en fase de iniciación y luego le esperó replegado para darle la estocada final. Imanol puso en liza uno de sus mejores onces, pero fue insuficiente. Al equipo se le vio sin ideas, sin demasiados recursos para hacer frente a la feroz presión local y cometiendo errores groseros tanto en defensa como en ataque. La Real no mereció perder, se puede considerar injusta la derrota, pero se mostró muy lejos de su mejor versión. Fue incapaz de marcar la diferencia de calidad con el rival y pagó muy caro su falta de acierto. Se ha complicado la vida en este nuevo formato de Europa League. Toca reflexionar, porque si a la falta de gol se le suma un problema en la construcción de juego y vulnerabilidad defensiva se queda un cóctel preocupante.
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Un once muy reconocible para entrar bien al partido
Apenas se dejó piezas en el banquillo Imanol que optó por presentar un once muy reconocible, teniendo en cuenta además que apenas le quedaban jugadores importantes en la rotación como los lesionados Barrenetxea y Turrientes o Aihen, por su inminente paternidad. El oriotarra decidió sacar a Óskarsson de inicio y jugar con Kubo y Oyarzabal por fuera, además de colocar a Sergio como interior. Era un equipo lo suficientemente dotado para responder a una presión adelantada del rival y atacar con garantías en posicional, ya que no se esperaba que el conjunto checo fuera a arrebatar la pelota a los realistas. La Real había puesto encima de la mesa sus mejores ingredientes, pero el fútbol tiene esas cosas que aún le hacen interesante. Como es encajar un gol en la primera ocasión del rival cuando habías entrado correctamente al partido.
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Más aplicados en la presión de lo normal
Se daba por hecho que el Viktoria Pilsen iba a conceder la posesión de la pelota a la Real. Era una empresa que no le interesaba nada batallar al equipo local. Sin embargo, eso no era indicativo de que fuera a esperar atrás con el autobús al conjunto txuri-urdin. No al menos desde la fase de iniciación visitante. De hecho, la presión que planteó el conjunto checo fue incluso más intensa que la que se pudo ver en sus anteriores compromisos europeos ante el Eintracht de Frankfurt, Ludogorets y PAOK, con hasta tres hombres incomodando la salida de balón blanquiazul. Pero no tres jugadores cualquiera. Sulc y Jirka se emparejaron con los centrales y Adu, ahí está una de las claves del asunto, se encargó de tapar ese envío a Zubimendi. Al donostiarra le tocó medirse con el adversario más físico y el canterano no pudo ayudar como acostumbra en construcción. La Real perdió balones muy delicados cerca de área y Remiro tuvo que recurrir a los envíos en largo hacia Óskarsson, que descargó bien de cara, aunque sus acciones no tuvieran demasiada continuidad. El marcaje al hombre de los checos en todo el campo incomodó muchísimo a la Real.
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Sucic asume galones ante la ausencia de Zubimendi
Fue uno de los partidos más grises de Zubimendi por el marcaje especial al que se vio sometido por parte de Adu, que se dio una auténtica paliza defendiendo y atacando. La zaga txuri-urdin y Remiro no pudieron conectar con el donostiarra, lo que hizo que en ocasiones retrasara su posición para formar en la línea defensiva y hacer una salida de tres. En ese escenario, Sucic entendió que tenía que echar una mano y retrasar su altura en el campo para ayudar en la tarea de construcción. El croata cumplió con esa función de hacer avanzar al equipo con balón, de hacer llegar el esférico a los de arriba a través de sus envíos, pero principalmente de sus conducciones. Se mostró muy poderoso en la medular. Destacó por encima de un Sergio Gómez muy discreto como interior.
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Oyarzabal por dentro para vaciar la banda
Oyarzabal partió esta vez como extremo izquierdo para dejar la delantera a Óskarsson, pero resultó mucho más dañino cuando apareció por dentro para dejar el carril izquierdo a Javi López. El eibarrés leyó muy bien las conexiones por dentro, se asoció bien con el islandés, y permitió que el lateral tinerfeño percutiera por la banda. Las internadas del defensor canario por su banda fueron algunas de las notas más positivas de la primera mitad, pero la sensación fue que la Real no explotó del todo esta opción. Un buen movimiento del capitán dentro del área posibilitó el centro que acabó en remate a gol de Óskarsson, pero el conjunto txuri-urdin no sacó todo el rédito que mereció al trabajo que realizó su diez.
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Errores técnicos que lastran en la definición
Con todo, los errores técnicos que cometieron los realistas dieron al traste con todas opciones de victoria en Pilsen. En defensa el equipo volvió a evidenciar una alarmante falta de contundencia. En el primer tanto Aramburu, Zubimendi y Zubeldia dejaron escapar al oponente. Mientras que en ataque los realistas erraron en el último pase o en la definición. Oyarzabal, Óskarsson, Becker o un desaparecido Kubo no impusieron su calidad. El Viktoria Pilsen no necesitaba el balón ni media ocasión. Se dio el peor de los guiones.
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