PAGPoco a poco, la multitud ruidosa, que cantaba y bailaba, que había venido a vivir un “momento histórico”, empezó a dudar. Y la ansiedad se apoderó de Washington a mitad de la tarde.
La tarde transcurrió de fiesta en el césped de Howard, la Universidad de Washington, apodada la “Harvard negra”, donde Kamala Harris hablará durante la noche.
Al final de la jornada, los partidarios del vicepresidente demócrata repitieron una y otra vez su esperanza de ver por primera vez a una mujer negra al frente de Estados Unidos, sin atreverse apenas a vislumbrar una derrota.
Pero pasadas las 23:00, cuando llegan los resultados, si aún no es una ducha fría, los rostros se cierran poco a poco y el corazón ya no está en bailar. Los ojos de todos están pegados a las pantallas gigantes.
Los primeros resultados favorecen al expresidente Donald Trump.
Es demasiado para Charlyn Anderson, que deja a Howard incluso antes de que llegue el vicepresidente: “Estoy ansiosa, me voy, mis piernas ya no pueden sostenerme”.
Si gana Donald Trump, “pienso en el camino que nos espera”, explica con el rostro cerrado. Tocando una pequeña bandera estadounidense, espetó: “¿Cómo podemos preservar la democracia ahora? “.
“No nos rendiremos hasta que esto esté hecho, pero tengo miedo. »
Filmado ante la pantalla gigante donde el rojo de los republicanos aparece cada vez más, Ken Brown, antiguo alumno de Howard, está en shock: “es un muy mal candidato, no tiene sentido”.
Detrás de él, la multitud, muy joven, parece atónita. “No sé quién vota por él. No lo entiendo”, añade.
“Nación desgarrada”
Fue con la esperanza de ver un “cambio” que Kwame Anderson llegó al comienzo de la velada con varios amigos.
“Rezo para que esta nación no esté aún más destrozada de lo que ya está; necesitamos paz”, dijo. “No queremos más violencia, no queremos más odio. »
Detrás de esta mujer de largas trenzas se han instalado gradas en medio de los imponentes edificios universitarios hechos de ladrillos rojos y columnas blancas.
Al pie de un gran árbol con colores otoñales, los miles de seguidores de Kamala Harris cantaron y bailaron mucho para ganarle a la espera.
Algunas no dudaron en sacar sus mejores galas dominicales, otras sus tacones de aguja.
Pero los aplausos se hicieron cada vez más escasos con el anuncio de los primeros resultados. La tarde se hizo más oscura.
Ya nadie se atreve a hablar de una “noche histórica”, expresión que estaba en boca de todos al comienzo de la velada. Y la cantante vestida toda de blanco y con una corona de plata en la cabeza, que venía regularmente a cantar el himno americano, ha desaparecido.
La Universidad Howard es una institución central en la formación de las élites negras estadounidenses y ocupa un lugar fundamental en la narrativa personal del vicepresidente. Desde su graduación en 1986, ha regresado con frecuencia.
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