Bernd Debusmann Jr.
Reportando desde Allentown, Pensilvania
Una cosa que encontré aquí en Allentown, y que francamente me sorprendió, es que la población indocumentada de la zona es extremadamente activa políticamente, incluso si no pueden votar.
Varias personas me han dicho que a pesar de su estatus aquí, están animando a los votantes elegibles de su comunidad a votar. Dicen que las elecciones tendrán en última instancia un enorme impacto en ellos y en su futuro en este país.
Anteriormente hablé con Armando Jiménez, un nativo de México que ha estado en Estados Unidos durante 32 de sus 38 años. Es parte de una coalición de grupos que afirma haber conseguido que 11.000 personas se registraran para votar.
Es personal para él. Es un “Dreamer”, beneficiario del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que protege a los inmigrantes de la deportación si llegaron al país cuando eran niños.
“Necesitamos que la gente vote por temas como un camino hacia la ciudadanía. Queremos que nuestros funcionarios locales representen a todos”, me dijo, cambiando del español al inglés sin esfuerzo.
“Hay gente como yo que lleva aquí más de 30 años. No nos vamos, esta es mi casa”.
“Solo estoy aquí para involucrar a más personas, independientemente de su afiliación partidista”, añadió. “Les estamos diciendo: su voto no sólo les importa a ustedes, sino que también me importa a mí como vecino”.
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