21 de octubre de 2024
Desde 2016, una misteriosa enfermedad llamada “síndrome de La Habana” ha sido noticia y ha causado seria preocupación dentro del gobierno estadounidense. La serie documental de Canal + “El síndrome de La Habana – amenaza a América” es una oportunidad para cuestionar sus orígenes: ¿espionaje o alucinación colectiva?
Todo comenzó en la embajada estadounidense en La Habana, Cuba, donde los diplomáticos informaron síntomas que eran cuando menos extraños: tinnitus, dolores de cabeza, sensación de presión en el cráneo e incluso, en algunos casos más graves, problemas de visión y cognitivos. Déficits y pérdida de memoria.
Estos síntomas, a menudo asociados a la percepción de ruidos fuertes y repentinos, rápidamente hicieron temer un ataque dirigido contra el personal diplomático estadounidense.
El caso luego creció: cerca de 1.500 empleados del gobierno americano declararon haber sido víctimas de este misterioso síndrome en todo el mundo (Europa, Asia, Australia, etc.). Algunos líderes políticos plantearon entonces la posibilidad de ataques sónicos –mediante armas acústicas que generan sonido o ultrasonidos– orquestados por potencias extranjeras como Rusia o China.
El misterio permanece
A pesar de años de intensas investigaciones por parte de agencias de inteligencia, los Departamentos de Estado y de Defensa y expertos médicos, el origen exacto del síndrome sigue siendo difícil de alcanzar.
Dos importantes informes publicados en 2020 por la Academia Nacional de Ciencias y la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA) identificó cuatro posibles causas: energía de radiofrecuencia dirigida a diplomáticos estadounidenses (la causa más probable según la Academia de Ciencias), agentes químicos, agentes infecciosos y factores psicológicos y sociales.
Sin embargo, a pesar de una extensa investigación, que incluye escáneres cerebrales de las personas afectadas, no se pudo proporcionar ninguna evidencia clínica que respalde la existencia de este síndrome. Así, a principios de 2024, un estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) no encontró evidencia significativa de daño cerebral detectable mediante resonancia magnética ni anomalías biológicas que explicaran los síntomas.
Por tanto, el misterio sigue siendo completo. Algunos expertos finalmente se inclinan por una explicación más prosaica: un fenómeno de la psicología de grupo, amplificado por el estrés y los factores sociales.