la revolución se convierte en caos

la revolución se convierte en caos
la revolución se convierte en caos
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El Barcelona perdió 4-2 ante Osasuna. Es su primera derrota de la temporada en La Liga. Quizás porque hasta entonces todo le había sonreído -a excepción del Mónaco en la Liga de Campeones-, Hansi Flick llegó confiado a El Sadar. Esperábamos cambios ante Osasuna, algo lógico y normal en pleno partido oficial cada 72 horas, pero lo que puso en marcha el técnico alemán fue una auténtica revolución. No hay ajustes simples como sugirió durante la rueda de prensa previa al partido. O borró deliberadamente sus huellas 24 horas antes o cambió de opinión de camino a Pamplona.

El resultado final fue un desastre. Caos mayúsculo -el primero que muestra el Barça de Flick desde su llegada al banquillo- que se manifestó nada más el árbitro pitó el inicio del partido. Desde los primeros minutos pareció que la revolución en todas las líneas sólo había provocado desajustes generalizados. Y Osasuna lo aprovechó.

En ataque, con Pau Víctor y Ferran –Lamine y Raphinha mirando desde el banquillo– el Barça no consiguió preocupar a la defensa local, y sus esfuerzos estuvieron más dirigidos a cubrir sus respectivas bandas que a crear peligro ofensivo. Eso sí, Lewandowski ha estado completamente ausente.

Casadó’s absence

En el centro del campo sorprende lo mucho que se siente la ausencia de Casadó tras apenas unas semanas. Eric no logró tapar los huecos y el dúo imaginado por Flick para organizar el ritmo del partido –Pedri y Pablo Torre– no fue preciso ni en defensa ni en la creación de juego. Demasiada responsabilidad ante un rival que presiona y muerde como pocos, sobre todo en casa.

El punto culminante llegó en defensa. Era evidente que Iñigo Martínez tenía que descansar un día u otro, y eso ocurrió ayer. Pero su ausencia, combinada con la de Balde, se sintió ampliamente. ¡Y de qué manera!

Hansi Flick, como era de esperar, justificó los numerosos cambios por el cansancio y la acumulación de minutos… Argumentos válidos, sin duda, pero que contradicen lo visto hasta ahora. allá. Rotaciones puntuales e intervenciones quirúrgicas en el once titular le habían aportado siete victorias consecutivas en La Liga. Ayer el bisturí dio paso al martillo, y Osasuna destacó las debilidades del plan del técnico alemán.

Los cambios son demasiado tarde

Los cambios en la segunda mitad ayudaron a paliar la debacle en el marcador, pero ya era demasiado tarde. La derrota fue inevitable y abre un poco de duda sobre la profundidad de la plantilla. Hasta ahora la cantera, bien dosificada, era fuente de soluciones. En Pamplona, ​​una dosis extra de juventud acabó diluyéndose ante un Osasuna más incisivo y experimentado.

Flick quería que la revolución se produjera en Pamplona contra Osasuna. Es decir, se inclinaba por la Champions y el partido contra el Young Boys en Montjuïc. Ahora que el paso en falso en La Liga ha quedado atrás, toca redimirnos en una competición ya “manchada” por lo ocurrido en Mónaco. Ya no hay margen para errores europeos y habrá que ver qué dispositivo pone Flick contra el equipo suizo. Probablemente habrá cambios, pero lo más probable es que volvamos a la teoría de los ajustes puntuales, dejando de lado las revoluciones que a menudo se asocian con los entrenadores propensos a los tics personalistas.

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