Más allá del colosal daño material, los incendios que azotan la segunda ciudad más grande de Estados Unidos han deteriorado gravemente la calidad del aire.
Los vecinos de Los Ángeles, que ven sus casas arrasadas por las llamas desde hace cuatro días, deben sufrir otra consecuencia de los incendios: el gravísimo deterioro de la calidad del aire.
Este sábado, las autoridades de Los Ángeles declararon emergencia sanitaria para todo el condado, debido a las cenizas, humo y hollín que se esparcieron. En un comunicado, la Autoridad de Salud de Los Ángeles dijo que los incendios y los fuertes vientos “han degradado gravemente la calidad del aire, lo que plantea riesgos inmediatos y a largo plazo para la salud pública”.
Para evitar una exacerbación de los problemas, prohíbe el uso de sopladores eléctricos, como los sopladores de hojas, que corren el riesgo de desplazar partículas contaminantes. Los residentes también están invitados a “Quédese adentro, mantenga las ventanas y puertas cerradas, use aire acondicionado para filtrar el aire y use una máscara si sale en condiciones de humo”. Otro sabio consejo: mantenga a las mascotas dentro de casa.
Los residentes ponen cinta adhesiva en sus ventanas.
A principios de semana, la mayoría de las escuelas habían cancelado clases para evitar movimientos de población. Según la agencia de noticias Reuters, los purificadores de aire llevan varios días agotados en varios supermercados. Algunos residentes han empezado a tapar sus ventanas con cinta adhesiva para evitar que entre aire viciado.
El humo de los incendios forestales, una de las principales fuentes de contaminación del aire, puede causar problemas de salud como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares o enfermedades pulmonares. Según Graff Zivin, investigador de la Universidad de San Diego, citado por The Guardian, la función pulmonar deteriorada y la oxigenación deficiente del cerebro pueden provocar “trastornos cognitivos”.
Hasta el viernes, la cantidad de partículas peligrosas en el aire seguía siendo cuatro veces superior a las directrices de la Organización Mundial de la Salud.
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