Una canción, dos versiones.
La vida de una canción y sus reescrituras, a veces sorprendentes.
David Bowie (1977)
Para escapar de la cocaína, The Thin White Duke vuela desde Los Ángeles, con Iggy Pop en su equipaje, aterriza en Berlín y cae en el alcohol. Un atajo por supuesto de esta enésima transformación de Bowie, que desemboca en un fértil período artístico que da origen a lo que se ha dado en llamar la trilogía berlinesa. Son tres álbumes importantes, Bajo, Héroes, Inquilino, grabado en la ciudad luego cortada en dos por la famosa muralla. Esta canción, buque insignia del álbum del mismo nombre, es el deleite de multitud de anuncios. Hasta el punto de que, nada más oírlo, los productos aparecen instantáneamente ante nuestros ojos. Una buena manera para que Brian Eno, el compositor del título, llene su cajón y así darle la libertad de florecer en proyectos artísticos aventureros. Todos ganan como dicen.
Duff McKagan (2024)
El héroe aquí es efectivamente el ex bajista de Guns n’Roses, autor de una trayectoria delirante iniciada en el seno del grupo de Slash y Axl Rose, compañeros de bebida cuya extrema pasión por el alcohol y las múltiples drogas compartirá. Esto le lleva directamente al hospital por pancreatitis aguda con este ultimátum de los médicos: para todo o al cementerio. La práctica de las artes marciales le ayudó luego a dejar la botella y, mientras continuaba con la música (recordamos el supergrupo Velvet Revolver), se convirtió en una especie de asesor financiero después de seguir cursos en una escuela de negocios. Incluso escribe en varias publicaciones para dar buenos consejos sobre inversiones. Un viaje en forma de lección de vida, cuyos secretos cuenta en sus dos autobiografías. Todo es verdad.
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