Nacida en 1938 en una familia de siete hijos, Maïté es una mujer “con curvas”, como ella misma dice. Proveniente de una familia numerosa y modesta (“No teníamos dinero”), quien empezó como guardia de barrera en la SNCF solo tuvo un hijo, Serge. “Mi marido y yo tardamos mucho en tener hijos. Yo no tuve tiempo de cuidar a mi hijo. Es más fácil ser abuela, somos más libres”, explica la que es la auténtica cabeza de familia , a veces “asfixiante” e “invasivo”, como confiesa su sobrina. “Todo el mundo está en Rion, todo el mundo quiere reunirse, no hablamos mucho, pero cuando hay un problema todos están ahí”, explica la joven a su tía.
“Vida infernal”
Al principio de su carrera, Maïté trabajaba siete días a la semana: en la SNCF, por tanto, pero los fines de semana en un restaurante. Antes de ser descubierto por un director. Su carrera en los medios se lanzó. Se convierte en una estrella con su compañera Micheline Banzet. Detrás del éxito, un desamor. “La vida en París era muy dura. Es a la vez inhumana e infernal. ¡Qué horror! ‘¿Tengo alguna sensación de vivir en París?'”, pregunta a Mireille Dumas antes de soltarle al presentador, provocando la risa general: “Mira mi cara, mira la tuya, no es lo mismo”.
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