En la década de 1990, el ícono del rock francés Johnny Hallyday construyó una suntuosa villa en Ramatuelle, cerca de Saint-Tropez, llamada “La Lorada”. Esta residencia, que fusiona los nombres de sus hijos Laura y David, se ha convertido en un símbolo de su vínculo con la Costa Azul.
Arquitectura inspirada en las haciendas mexicanas
Terminada en 1990, La Lorada cubre más de 700 m² y refleja una estética que combina el estilo neoprovenzal con la influencia de las haciendas mexicanas.
Diseñado por el arquitectos Roland y Alain Morissecon intervención del interiorista Claude Chauvin, la villa se distingue por sus patios decorados con cactus, una fuente central rodeada de papiros y nenúfares, así como una piscina de 500 m³ decorada con una cascada artificial.
El parque de dos hectáreas, diseñado por el paisajista Raymond Eberwein, incluye un olivar, un viñedo, un pinar y un huerto, ofreciendo un entorno idílico y tranquilo.
Un lugar de creación artística
La Lorada no sólo fue una residencia de lujo, sino también un espacio creativo para Johnny Hallyday. En 1995 grabó allí su 39º álbum de estudio, titulado “Lorada”, producido por Jean-Jacques Goldman.
Este álbum marca un paso importante en su carrera, con títulos como “J’la Croise tous les matins” y “Ne m’oubli pas”.
La gira que siguió, la “ Tour Lorada“, gozó de un éxito rotundo, consolidando el lugar de Johnny Hallyday en el panorama musical francés.
Momentos notables en la vida personal.
La villa fue también escenario de momentos significativos en la vida personal del artista. Es en La Lorada que Johnny Hallyday celebró su matrimonio con Adeline Blondieau en 1990.
La casa se convierte entonces en un lugar de reunión para familiares y amigos, lo que demuestra la importancia de esta residencia en la vida del cantante.
La venta de La Lorada
En el año 2000, ante dificultades financieras, Johnny Hallyday se vio a sí mismo obligado a vender La Lorada. Finalmente, la propiedad fue adquirida por compradores rusos por alrededor de un millón de euros.
A pesar de la venta, La Lorada permanece anclada en la memoria colectiva como una de las residencias emblemáticas del artista, simbolizando un período próspero de su vida y carrera.
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