Durante décadas, el cabaret Le Tout-Paris fue un lugar de encuentro ineludible en la capital. Pero en 2024, esta gloria ya pasó. Gaspard (Alex Lutz), heredero y director de esta legendaria institución, quiso venderla a una cadena de supermercados, antes de cambiar de opinión. Intenta relanzar la aventura, a costa de su matrimonio con Prune (Anne Marivin) y de relaciones tormentosas con su hija. Gaspard necesita visión artística y dinero. Primero, le pidió a Christian Louboutin (el real) que armara una revista. Pero el financiero (Bernard Le Coq) impone a su deprimido hijo, Adrien (Nicolas Maury), como director artístico.
El chico es quejoso y caprichoso, quiere despedir a todo el equipo del cabaret. Mejor aún: planea visitar a la antigua responsable de revisión del lugar (Aurore Clément), lo que provoca la ira de la madre de Gaspard, Babeth (Charlotte de Turckheim). La serie, coral, sigue en paralelo las aventuras de tres jóvenes bailarines y compañeros de cuarto. Nos apegamos a los destinos de estos personajes, a su forma de componer una extraña familia cuyos miembros han pasado todos por la escena del cabaret. Una encantadora sorpresa de la que nos habla Charlotte de Turckheim.
¿Qué te atrajo de este escenario?
Entendí, al leer el guión, por qué estos cabarets representaban espacios de libertad durante la guerra. Me sorprendió gratamente descubrir este universo que me parece increíblemente moderno en su mentalidad. Me trajo recuerdos: estuve en la compañía del Café de la gare al comienzo de mi carrera, durante cuatro años. La gente venía de todos los orígenes, tenían todos los estilos, todos los colores de piel, todas las sexualidades posibles. Y nos encontramos en la alegría, en el compartir y en la libertad de ser quienes éramos, mientras subíamos al escenario para llevar asombro y felicidad al público.
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