Pero no podemos hablar de Kaizenpor no hablar de la lluvia de críticas que cayó sobre Inox nada más salir a la luz en Internet. En primer lugar porque parece tan obligatorio como violento a la hora de crear contenidos en Internet. Pero si dejamos de lado los insultos gratuitos y los comentarios fáciles, si eliminamos aquellos que son demasiado amplios para que Inoxtag pueda asumir las responsabilidades en solitario –como el sistema sherpa, estos nepaleses pagaron para llevar las maletas durante la subida y el youtuber de paso gracias, mimos y asociados con su éxito durante el documental y la promoción -, quedan algunas reflexiones que pueden parecer legítimas. De hecho, no es muy responsable desde el punto de vista ecológico volar durante horas para escalar una montaña amenazada por el exceso de turismo. El joven los escucha. “Las críticas me hacen seguir adelante, pero solo tengo 22 años, obviamente me voy a equivocar. Intentaré hacerlo mejor la próxima vez. Pero el mensaje que intento transmitir es: “aprende a conocer la naturaleza para protegerla mejor”. Lo siento si eso es incómodo”. Y lo dice sin amargura ni ironía. Cuando sabemos que hay muchos a quienes ya han pasado 22 años y que aún no son capaces de reconocer sus errores, sólo nos queda admirar. Además, no esperó a que este documental demostrara esta fortaleza. Recordamos en particular este directo en el que hizo comentarios sexistas contra otro participante. Los internautas, con razón, se le echaron encima y él, entiéndalo, se disculpó. Sincero, es más.
Entonces, tenemos que mirar más allá. Debemos aceptar las paradojas. Sí, Inoxtag es un creador de contenidos que les dice a sus seguidores: “Fuera. Dar un paseo. Deja ir tus pantallas por un momento. Vivir.” Sí, lleva media vida filmándose, acaba de vivir una aventura extraordinaria de la que hizo una película y anima a sus seguidores a salir de excursión con un amigo sin pensar en hacer un vídeo de ello en Instagram. Y si, Kaizen se financia en parte mediante colocación de productos, pero el mensaje que transmite, cuando le regala a su madre un paseo en parapente o su camiseta de Sherpa de los Lakers, es que el valor de un regalo no se mide no por su precio sino por lo que dice sobre el persona a quien se ofrece. Inoxtag tiene 22 años y es un joven complejo. Como la generación que representa. El ídolo adolescente no es un héroe, pero es un ejemplo. Y también es porque no es perfecto.
Hollywood a la vista
Volvamos a los sueños que aún le quedan por cumplir. Aunque todavía no puede decir mucho (aunque se ha acercado a la naturaleza, sigue siendo un productor informado), no pone límites. Ésta es una de las grandes ventajas de haberte construido con YouTube: todo parece posible. Seguirá, lo prometo, realizando proyectos en torno a su nueva pasión por la montaña, donde estará acompañado por Mathis y todo su equipo. También se producirá, lo que no es el menor desafío, el acercamiento de dos mundos que se decía irreconciliables con la emisión de su documental en hora de máxima audiencia en TF1. Y, entre proyectos más personales, Inés Benazzouz, su nombre en el estado civil, pretende pasar más tiempo con su familia, sus amigos e incluso se plantea formar una familia. Sus suscriptores tendrán que acostumbrarse, ya no pretende bombardear las redes con su contenido. Será más discreto pero priorizará la calidad. Finalmente – y ésta será su última palabra – como no se prohíbe nada, le gustaría ir al cine. Poco a poco, pero en la versión XL: “No será enseguida, pero ¿por qué no? Actor, productor, director… Amo a Christopher Nolan, así que… Apunté al Everest, ahora apunto a Christopher Nolan. En diez años”. Nos vemos dentro de diez años. Inoxtag tendrá entonces 32 años y tiene la vida por delante.
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