En Francia, 1,4 millones de personas no saben leer ni escribir.
Este analfabetismo es a menudo visto como una vergüenza por los adultos que lo padecen.
Mario, que decidió volver al colegio a los 43 años, habló este fin de semana en la revista TF1 “Reportages Découverte”.
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Escribir un cheque, leerle un cuento a su hijo, enviar una carta… Acciones que parecen sencillas, pero que causan grandes dificultades a las personas analfabetas. No saber leer ni escribir es una desventaja en la vida diaria de hoy. Sin embargo, muchos adultos rechazan esta inevitabilidad, creyendo que nunca es demasiado tarde para aprender, como muestra el vídeo de la revista TF1 “Reportages Découverte” que encabeza este artículo.
Entre ellos, Mario. A sus 43 años, dirige su propio negocio de poda cerca de Château-Gontier, en Mayenne. Sin embargo, nunca aprendió a leer y escribir: “Conozco los árboles, pero en el papel no los conozco”admite. Puede llevar hasta una hora leer una simple hoja A4, siempre con miedo a equivocarse. Se siente cómodo en las obras, pero mucho menos cómodo a la hora de facturar. Recibe ayuda de su hijo de 23 años, que trabaja a su lado: “No sé ni cómo lo logró porque en cuanto a trámites soy yo quien maneja todo”explica el joven.
Pero hoy, este padre de cinco hijos está decidido a suplir sus carencias y empezar de cero: “Estoy harto. Al principio me dio vergüenza. Sé que hay personas en mi situación que no se atreven, pero hay que atreverse”. ¿Qué hizo clic? Un viaje de negocios en el que cometió un error con su GPS. Si bien quería ir a Lourdes (Altos Pirineos), se encontró… en Alto Loira, 500 km más al norte.
Cuando era niño apenas iba a la escuela.
En una caravana que le sirve de oficina, Mario pasa varias horas el domingo, su único día libre semanal, estudiando francés. Stéphane, un amigo que enseña economía, le da lecciones de forma voluntaria. Juntos, repasan los sonidos de las letras y poco a poco aprenden a descifrar las sílabas y luego las frases. Si Mario tiene tantas dificultades es porque fue muy poco al colegio cuando era niño: “Fui criada por mi padrastro pero siempre tuve que cuidar de mis hermanos y hermanas, hacer la limpieza, comer… En un año, fui a clase tal vez dos o tres veces. Hoy, estoy enojado en mi mamá’confiesa delante de la cámara TF1.
Durante el reportaje, Stéphane abre, gracias a donaciones, una escuela especializada en la lucha contra el analfabetismo. Para Mario, volver al colegio es una auténtica venganza de la vida. Pero aunque ha avanzado en la lectura, la escritura sigue siendo una etapa muy delicada. Acompañado de sus profesores, Mario está más motivado que nunca para superar su “handicap” quien arruinó su vida durante tantos años.
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El podador no es el único que ha iniciado este aprendizaje. En este reportaje, Aline, una tolosana de 62 años, también cuenta su historia. Tras aprender a leer y escribir a los 50 años, publicó un libro autobiográfico del que ahora hablará en las escuelas.