Es con el humor que la caracteriza que Christine Bravo se dirigió a su comunidad este lunes 11 de noviembre. En su cama de hospital, la ex presentadora de Frou-Frou habló, sin filtros, de la enfermedad que la corroe. En mayo pasado, a través de las redes sociales, explicó que padecíaenfermedad del disco y he pasado los últimos seis meses “mentir sin parar con analgésicos”.
A sus 68 años, acaba de empezar a jugar al billar. El que oficia en RTL en Les Grosses Têtes y que se exilió en Córcega se sometió a una operación importante: una artrodesis. Con su franqueza y su autodesprecio, la columnista de Laurent Ruquier le dio la noticia.
Christine Bravo comparte su insoportable dolor
Este lunes 11 de noviembre en su cuenta InstagramChristine Bravo publicó un retrato desde el hospital titulado “Bobo Time”. Luego, en un largo mensaje, dio algunas explicaciones sobre su operación.
“Como hay mucha gente que me quiere, me piden novedades. Aquellos a quienes no les agrado también quieren saberlo. Entonces les respondo queAcaban de atornillar 2 estacas de titanio entre 2 vértebras, nivel L4/L5. Se llama artrodesis.“escribió. “¿Te duele? NO, es simplemente HORRIBLE“continuó.
Al presentador de Sous les petticoats de Histoire no le faltó humor en un contexto de referencias históricas. “Además, el acuartelamiento de Ravaillac me hacía cosquillas”añadió, consciente de que esta operación promete ser una verdadera alivio por su espalda. “Había estado arrastrándome de cama en cama durante un año” ella confió.
Christine Bravo se atreve a trazar un paralelo con sus animales
Ahora radicada en Córcega, la que vivió durante años en París pronto encontrará su remanso de paz, entre sus animales. en su publicacion InstagramChristine Bravo no dudó en dedicar un pensamiento a sus pequeños compañeros de cuatro patas. “Cuando pienso en la dignidad de mis cabras, que después de ser despedazadas por un zorro“No gemían, no gemían, no lloraban… y le sonreían al veterinario mientras los cosían”.explicó.
Y para continuar: “Por no hablar de mi perro corneado por un jabalí, con la mandíbula colgando, que meneaba la cola durante el tratamiento, me siento miserable. ¡Ah, no somos animales!concluyó quien acaba de adoptar a Romeo, un caballo que el anfitrión pretende montar tras su convalecencia.