Sobre su escritorio, carpetas de plástico clasificadas al milímetro. En el interior, diarios, cartas y otros documentos de archivo, cuyos escritos se refieren a una sola persona: Charles Aznavour.
Desde hace décadas, Marie-José Angelini, de 87 años, trabaja para reunir los recuerdos del legendario cantante franco-armenio durante su etapa en… Quinson. Porque sí, antes de estar en lo más alto del cartel, justo ayer, el “franco sinatra francés“Vivía una especie de vida bohemia en este pequeño pueblo de los bajos Alpes. Con su familia, el hombre de las mil doscientas canciones pasaba allí sus vacaciones durante la preguerra. Este último había sido reclutado por el cantante marsellés Prior para abrir la compañía Cigalounettes, en danza y canto, desde 1937.
“Era un niño muy modesto”
Un paréntesis poco conocido de la vida de Charles Aznavour, que Marie-José se esfuerza por compartir, ella que se dejó arrullar por las historias de su madre, entonces profesora, que conoció “pequeño charlot” en aquella época. “Era un niño de la pelota, confía quien vive hoy en Gréoux-les-Bains. Fue a la escuela Quinson e intervino en las lecciones de canto de los alumnos.