A punto de concluir la Semana de la Moda de Milán, el desfile de Bottega Veneta del sábado es uno de los más esperados por los amantes de la moda, la intelectualidad amante del compromiso cultural del director artístico Matthieu Blazy, pero también por los inversores que siguen el crecimiento de sus ventas.
El sábado, el mundo de la moda se llevó una sorpresa en el desfile de Dolce & Gabbana: Madonna desfiló en primera fila, cubierta con un velo que dejaba su rostro apenas visible. El desfile fue un homenaje a la Material Girl, con todas las modelos luciendo pelucas rubias, algunas con corsés con pechos puntiagudos, otras con esmóquines negros de hombre adornados con tirantes.
Unas horas más tarde, el desfile de Bottega Veneta será el centro de atención. La casa, fundada en 1966 en Vicenza (Véneto), famosa por sus artículos de piel y su excelente artesanía, se unió al grupo Kering en 2001. Y como la locomotora Gucci atraviesa dificultades con una caída del 20% de las ventas, el grupo pretende sacar el máximo partido de esta baza.
Pero todo hay que tenerlo en cuenta. Si bien la facturación de Gucci ha disminuido, se sitúa en 4.100 millones de euros en el primer semestre, la de Bottega Veneta asciende de forma más modesta a 836 millones de euros en el mismo periodo, con un crecimiento del 3% en datos comparables. Una gota en el océano de Kering, pero que tiene su importancia y que va acompañada de un enfoque distinto de la moda.
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