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Nour-Eddine Saïl, un homenaje desde bajo ángulo

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Filósofo, escritor, crítico, cineasta, pensador, agitador, hombre de cultura…, Nour-Eddine Saïl brillaba en la inmensidad. Con su desaparición, no fue una luz la que se apagó hace cuatro años sino un disyuntor el que se incendió. Sus múltiples intuiciones deslumbraron incluso a quienes lo denigraron hasta el punto de temerle… por ceguera.

Nacido en 1947, fue en Tánger donde el pequeño Nour-Eddine abrió mucho los ojos. Bachillerato en mano, es teletransportado a Rabat donde realiza un DES en Filosofía en la Facultad de Letras. Luego enseñó esta materia en el instituto Moulay Youssef, donde retransmitió sistemáticamente películas a sus alumnos, a los que impuso el debate tras su proyección. A mediados de los años 1970, fue ascendido a inspector general de filosofía del reino.

Mientras tanto, su creciente cinéfilo le empujó a crear la Federación Nacional de Cineclubs de Marruecos, que dirigió durante varios años con el apoyo militante de la franja izquierdista del país, una institución en el punto de mira de los servicios. Nour-Eddine, un bulímico incontrolable, creó en 1977 los Encuentros de Cine Africano de Khouribga, que más tarde recibieron el estatus de fundación. Su aparición dominical en 1979 en las ondas de RTM-Chaîne Inter lo convirtió en el filósofo de la cinematografía contada a la gente corriente. El espectáculo “Ecran noir”, con créditos tomados de la canción “Cinéma” de Claude Nougaro sobre una composición de Michel Legrand, hace de Nour-Eddine el camino imprescindible para comprender un arte visual.

Durante los años fríos de la década siguiente, el Estado decretó el fin de la recreación de la educación filosófica y sociológica en el país. Disgustado, Saïl devuelve el delantal a su ministerio supervisor. En 1984, fue nombrado director de programas de TVM, recompensando a los espectadores marroquíes con una programación cinematográfica única. Dos años más tarde, formó parte ligeramente retrasada de la prestigiosa operación “Se mueve en la televisión” pretendida por Hassan II, dirigida por el empresario francés André Paccard y el dramaturgo Tayeb Saddiki. En el proceso, el ministro del Interior, Driss Basri, hereda la cartera de Información. La estampida entonces no tiene nombre. Si Nour-Eddine Saïl, como otros, ya no está, está en otras orillas.

Razones éticas

El hombre que escribió la novela “La sombra del cronista” en 1989, desestimando la letra A, es todo menos una resignación. El cine está en sus entrañas. Trabaja en ello sin restricciones, lo nutre para su pueblo, para los africanos que lo veneran en Uagadugú, entre otros, y lo respetan en todo el mundo. El ex crítico de las publicaciones “Maghreb Information”, “Caméra 3” que lanzó, de la revista francesa “Les Cahiers du cinéma”, donde conoció a su futuro amigo Serge Toubiana, no deja nunca de dar, de ser celebrado, de reinventarse. El día después del nacimiento del segundo canal de televisión marroquí, 2M International, su presidente Fouad Filali, entonces yerno de Hassan II y jefe de ONA (Omnium Nord-Africain), holding real, visitó a Nour-Eddine como asesor para el desarrollo de su televisión. Por razones éticas, abandonó rápidamente el barco y nadó hacia París, donde le esperaba el fallecido Serge Adda, jefe de Canal Horizons. Le ofreció el puesto de director de compras de programas y luego el de director general de programas y retransmisiones. En Canal + Francia, Saïl instala una cápsula dedicada a la filosofía.

Reorganización de la producción.

En 2000, un terremoto “editorial” sacudió la dirección de 2M y envió a casa al director general Larbi Belarbi y a sus colegas más cercanos. El entonces Ministro de Comunicación, Larbi Messari, nombró a Nour-Eddine Saïl jefe del canal. El agitador creó rápidamente un informativo matutino que fracasó, creó un comité para conceder ayudas a la producción de películas para televisión y creó Radio 2M. El hombre fue despedido tres años después tras conocer a su futura esposa Nadia Larguet y heredó en el último momento el puesto de director general del Centro Cinematográfico Marroquí (CCM), donde su huella es imborrable hasta el día de hoy. Reformó las ayudas a la producción, estableció la producción de tres cortometrajes para la adquisición de la tarjeta profesional, acabó con el sector informal y aumentó la producción nacional de cinco películas por año a veinticinco. Durante su mandato al frente del CCM, Saïl fue nombrado vicepresidente adjunto de la Fundación del Festival Internacional de Cine de Marrakech y decidió instalar el antiguo festival nacional itinerante de cine en su ciudad (Tánger). 2014, año de la desilusión. Nour-Eddine es contratado por el desconcertante ministro de Comunicación del PJD, Mohamed Khalfi, para una convocatoria de candidaturas que lleva a Sarim El Haq Fassi Fihri al mando.

Desde entonces, el multilingüe Saïl ha estado presente en varios frentes. Tesorero de la red internacional de distribución de cine europeo conocida como Europa Cinemas, es asesor de varios festivales internacionales y trabaja para la transmisión. En Marruecos asiste a todos los eventos que considera oportuno apoyar. Hace unos meses, dijo ante un público de estudiantes de Casablanca: “Si quieres tener éxito en esta profesión, domina al menos tres idiomas. Cuatro es mejor. » El hombre de humor mordaz y franqueza desconcertante desafía lo que le interesa con mirada de viejo modernista: “Caminamos hacia atrás. En la década de 1970, los cineclubs eran nuestra razón de existir como agitadores culturales. Todo pasó por las películas. Cuando llegó una copia, se proyectó diez veces en otras tantas ciudades. ¡Un récord! Viajó al ritmo de nuestros medios y esto suscitó apasionados debates”, relata, hace menos de dos años, el entusiasta ante un público formado por los nuevos responsables de los cineclubes marroquíes. En contacto con este inquietante erudito, se nos ofrece su emancipación intelectual, embellecida en ráfagas con citas de Kubrick, Spinoza, Eco, Nietzche, Morin y Godard. ¿Por qué mantenerlo simple cuando felizmente puedes hacerlo complicado?

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