Ilustra, expone, serigrafía, dibuja cosas gigantescas y efímeras en la arena, con su amigo Tom Geleb, también dibuja cosas gigantescas en las paredes, ha incursionado un poco en los cómics. Pierre Malma tiene 35 años, la cabeza sobre los hombros pero la mente en las estrellas. Y oro en mis manos. “Lo que más me interesa es crear”, dice con franqueza. Así que dibuja todo el día. Él no se detiene. Y cuando no es por un encargo, enriquece los cuadernos con cosas y cosas que pega, que imagina. “Me pongo en escena en él, según el estado de ánimo”. Su relación con la naturaleza es omnipresente. Su línea es fina, casi minimalista pero la puesta en escena y los colores son destacables. A sus 35 años, Pierre Malma tiene un lado que recuerda un poco al de Jean-Michel Folon, inolvidable creador de los créditos finales de Antenne 2. En aquella época.
París-Brest
Pierre Malma es de Brest de nacimiento pero sus estudios en la escuela Boulle lo llevaron a París. Allí aprendió “diseño de productos, pero las lecciones eran demasiado técnicas. Me sentí diferente, más soñadora. Elegí dar la espalda para seguir un camino más artístico”. Conoce al poeta Franck Doucen, que será decisivo en su elección de “dar el paso” y embarcarse en las costas inciertas del arte. Pero si el baño de Pierre Malma está lleno de técnicas y soportes para expresar su talento gráfico, su cielo se ha quedado decididamente en la tierra de Ponant. “Mantuve un vínculo con Brest y en aquel momento con la revista Casier(S). Allí conocí a Arnaud Le Gouëfflec, que produce mucho, es muy activo y probablemente tiene más los pies en la tierra que yo”, confiesa. La reunión prosperó a medida que siguió la publicación de “El Misterio y Gumball”. Esta será la única por el momento, ya que el diseñador considera que las limitaciones son demasiado grandes y que su tiempo es demasiado escaso. En cualquier caso, vive más para la ilustración. Cada año expone su obra en la galería Pablo XIII y en la Moulinette. Aquí también vende sus famosos cuadernos como piezas únicas.
en la arena
Pero Pierre Malma no puede estar satisfecho con este éxito extramuros. Durante el asalto a Brest, se multiplicó. Colabora en el cartel del Festival Marítimo y serigrafía de camisetas en el taller Youtar para la marca “Illustre Goéland”. “Me alegro mucho de poder salir a veces del mundo puramente gráfico. De lo contrario, podría volverme loco”. También ilustró el primer número de “Mon Finistère”, abordando las paredes del centro de arte contemporáneo La Passerelle, en Brest, con su amigo Julien Solé. Pero, por encima de eso, están esos breves momentos en la arena con su amigo Tom Geleb donde dibujos gigantescos quedan grabados en el sedimento. Capturados antes de la marea, efímeros, gigantes que se van mientras Pierre Malma va camino de quedarse.
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