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Frente a la justicia, el emperador del rap estadounidense en completo desorden

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Reinó sobre la industria de la música, encarnando el éxito estadounidense en todos sus aspectos extravagantes y ambiciosos. Sean Combs, conocido como P. Diddy, Puff Daddy o simplemente Diddy, era mucho más que un rapero. Hoy, el influyente productor no lucha por un nuevo proyecto artístico, sino por su libertad. Encarcelado en una prisión de Brooklyn, Diddy vio nuevamente rechazada su solicitud de liberación el miércoles. Un duro golpe en una saga legal que podría sellar su destino.

Las acusaciones que pesan sobre P. Diddy son tan pesadas como los golpes que han marcado su carrera. Esta figura esencial del hip-hop de la costa este se enfrenta a una doble ofensiva legal. Por un lado, las autoridades federales lo persiguen penalmente, acusándolo de haber creado un sistema de tráfico sexual. En particular, supuestamente obligaba a sus víctimas a consumir drogas como GHB o ketamina y a mantener relaciones filmadas con trabajadoras sexuales.

Justicia “para todas las víctimas, sin excepción”

Por otro lado, 120 víctimas, entre ellas 25 menores, presentaron demandas civiles por separado. Lo acusan de haber orquestado un sistema de explotación y violencia durante varias décadas y exigen una compensación por el sufrimiento sufrido.

Estos procedimientos civiles detallan hechos escalofriantes. Los demandantes describen un modus operandi organizado, donde el artista supuestamente abusó de su poder para silenciar a sus víctimas, obligándolas en ocasiones a firmar acuerdos de confidencialidad a cambio de pagos. Los 25 menores involucrados en estas denuncias subrayan la gravedad del caso: los adolescentes supuestamente fueron reclutados y manipulados durante eventos privados, antes de ser confrontados a abusos físicos y psicológicos.

Según los abogados de las víctimas, estos procesos civiles complementan la causa penal y ofrecen una plataforma a los testigos que no quisieron o no pudieron expresarse en el marco de la investigación penal. “Queremos justicia en todos los frentes, para todas las víctimas, sin excepción”, afirmó uno de los abogados de los demandantes.

“La gravedad de los hechos está más allá de toda comprensión”

Desde su arresto en Nueva York en octubre pasado, Diddy ha estado recluido en la prisión federal de Brooklyn. Sus abogados denuncian condiciones de detención “insoportables”, agravadas por las tensiones del caso. Puesto bajo vigilancia, sufriría graves trastornos emocionales, amplificados por el aislamiento y el peso de las acusaciones. Sus abogados habían propuesto una fianza de 50 millones de dólares, argumentando que su cliente, padre de seis hijos, no tenía intención de huir. Pero la justicia estadounidense no quedó convencida. Se consideró demasiado grande el riesgo de huir al extranjero y presionar a los testigos, sobre todo porque el artista todavía dispone de una enorme red y de considerables recursos.

“La gravedad de los hechos está más allá de toda comprensión y no correremos el riesgo de comprometer el juicio”, declaró el fiscal durante la última audiencia. El juicio penal, previsto para mayo de 2025, ya se perfila como uno de los más escrutados de la década.

Onda de choque en Estados Unidos

Para comprender la onda expansiva al otro lado del Atlántico, hay que medir el aura de P. Diddy, fundador del legendario sello Bad Boy Records. También fue el mentor de The Notorious BIG y interpretó éxitos mundiales como te estaré extrañando.

Pero esta no es la primera vez que Diddy está en el centro de la controversia. Violencia, amenazas, conflictos profesionales… El artista ha navegado a menudo por la delgada línea entre la legalidad y los excesos de poder. Sin embargo, las sospechas nunca habían alcanzado tal magnitud. La imagen del rapero estadounidense, que alguna vez fue una figura de autoridad y éxito, ahora está indeleblemente asociada a este escándalo.

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