“Y un poco de ansiedad también…”, repite Frah, otra voz de Shaka Ponk, evocando un “tira y afloja complejo, psicológico y emocional” en esta decisión que, sin embargo, consideraron cuidadosamente.
“Nos encontramos en una situación paradójica, en la que dejamos de hacer lo que nos gusta hacer, cuando iniciamos este grupo, nunca lo hubiéramos imaginado”, añade.
“En sintonía con nuestras creencias”
Pero el der des ders no puede ser sólo sinónimo de lágrimas y nudos en el estómago: Shaka Ponk quiere demostrar hasta el final su energía electro-rock, tendencia punk, que siempre le ha caracterizado.
El grupo, que explotó en 2011 con el álbum “The Geeks and the Jerkin’ Socks” -tercer trabajo que incluye los éxitos “I’m picky”, “Sex ball” y “My name is mancha”-, estaba pensado sobre todo para actuación en vivo. Razón de más para hacer de este final una gran celebración compartida con el público.
Para los fans que no puedan asistir, el último concierto se retransmitirá en los cines durante una única proyección el 3 de abril. Y su último álbum, “Shaka Ponk”, acaba de ser lanzado en una reedición enriquecida con material inédito. El grupo denuncia “una falta de sentido” (“D’essence”) y llama a unirse a la lucha (“Dimitir”) a su lado.
“Shaka” nunca ha ocultado sus profundos valores ecológicos y sociales.
“Creo que lo que nos une es también la necesidad de estar en sintonía con nuestras convicciones. En algún momento, es complicado decir a la gente que respete el planeta, cuando uno mismo tiene una actividad profesional que es contaminante”, observa Samaha Sam.
A pesar de sus esfuerzos por hacer su gira “lo más ecorresponsable posible”, desde la búsqueda de plásticos hasta la comida vegana, pasando por el rechazo de determinadas marcas no compatibles con su posicionamiento, el grupo se ha topado con el impacto medioambiental del desplazamiento de miles de personas. de espectadores, un parámetro clave pero inmutable.
“Discurso público”
Su concepto inicial, el del mono que explica al hombre la ineptitud de una felicidad que reside en el “consumo excesivo y la elevación social”, poco a poco pareció desfasarse de su éxito en la industria musical.
“Es una especie de fracaso en el sentido de que no tenemos una solución y mientras no la haya, paramos”, resume Sam, quien precisa que esta elección es “suya” y que no lo es. Se trata de señalar con el dedo a otros artistas.
Si cada miembro es libre de decidir sobre sus proyectos de futuro, Frah y Samaha Sam pretenden invertir más tiempo en favor de la “conciencia”, convencidos de que todavía hay “cosas que crear”, soluciones que inventar, especialmente en el sector del entretenimiento, y una “palabra pública” que se escuche, en particular a través de la caja de resonancia de las redes sociales.
¿Detendrán la música por completo?
“Creo que la música, en definitiva el arte, nos permite transmitir mensajes importantes”, afirma Samaha Sam. Por su parte, Frah es más claro: “Tenemos que dejar la guitarra e intentar ayudar a los bomberos. volverse más urgente”.
Este compromiso se llevará a cabo a través de The Freaks, un colectivo que han creado, formado por artistas y personalidades movilizadas por el planeta.
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