LIBE: Presentaste tu libro Ogni Altro sono io con motivo de la Semana de la Lengua Italiana. Antes de hablar de ello, ¿qué crees que representa la lengua italiana hoy en día?
Patricia D’Antonio: Es un idioma muy hablado en todo el mundo y, como todos los idiomas, este año se destaca a través del tema de la literatura y los libros. Y el libro trata sobre la empatía, el descubrimiento de la vida de los demás, la interculturalidad y una forma de conocerse mejor a uno mismo.
Su libro se centra en el profesor y escritor italiano Alberto Manzi. ¿Por qué él y no otro personaje?
Alberto Manzi, a quien tuve la oportunidad de conocer personalmente, era lo que llamamos el Maestro degli italiani (el maestro de los italianos). Es más conocido por crear y presentar el programa “Non è mai troppo tardi” (Nunca es demasiado tarde), que hizo historia luchando contra el analfabetismo en Italia durante casi diez años. En los años 1960, gracias a su extraordinaria pedagogía, logró alfabetizar a millones de italianos a través de este programa emitido en la RAI, el único canal de televisión en ese momento.
En aquella época el analfabetismo todavía estaba muy extendido y muchos italianos hablaban exclusivamente dialectos regionales. Gracias a la televisión y su enfoque innovador, ayudó a transformar esta realidad. Este colosal trabajo le valió el premio de la UNESCO, en reconocimiento a su impacto. Alberto Manzi también compartió su saber hacer en otros países, como Argentina, donde formó a muchos docentes.
Su trabajo no se limitó a la alfabetización. También desempeñó un papel clave en la difusión del italiano como lengua común, en un país donde los dialectos todavía dominaban en gran medida. Porque antes de él, cada pueblo o región hablaba su propio dialecto. Finalmente, también fue un gran escritor, otro aspecto de su múltiple talento que merecía ser destacado.
¿Fue fácil recrear lo que fue Alberto Manzi en un libro?
Hay que decir que este proyecto tomó primero la forma de una tesis doctoral europea, realizada entre Francia e Italia. El resultado fue una tesis de 700 páginas en la que exploré, entre otras cosas, las traducciones de sus obras en el extranjero. Alberto Manzi ha sido traducido a una treintena de países e idiomas y era muy conocido, incluso en el mundo francófono.
Sin embargo, el verdadero desafío fue reescribir este trabajo en forma de ensayo accesible al público en general. Mi objetivo era dirigirme a un público más amplio que sólo académicos o estudiantes universitarios: quería llegar a todos aquellos que desearan descubrir o recordar este período tan importante de la historia italiana, la lengua italiana y la revolución de la literatura italiana.
Esta revolución va más allá de clásicos como Pinocho y destaca otras obras igualmente significativas, que han transformado profundamente los estereotipos de la literatura infantil. Por ejemplo, Alberto Manzi rechazó los finales felices simplistas: quería que sus jóvenes lectores enfrentaran temas como el racismo, la violencia o la guerra. Su objetivo era darles herramientas para pensar y actuar en sus propias vidas.
Este mismo principio lo encontró en su pedagogía en la escuela, donde trabajó como docente. En sus escritos, como en su enseñanza, buscó sobre todo transmitir valores fundamentales.
¿Qué visión habría tenido, en su opinión, del mundo actual?
Esta es una pregunta muy interesante, sobre todo porque los profesores me la hacen a menudo: “¿Qué haría hoy frente a, por ejemplo, las redes sociales y las herramientas tecnológicas? » Hay que recordar que Alberto Manzi fue alguien vanguardista, incluso en el uso de los medios de comunicación de su época.
Creo que su mensaje central seguiría siendo el de trabajar por la paz y la interculturalidad. Para él, sería inaceptable que todavía hubiera guerras o que los niños sufrieran. Habiendo vivido la Segunda Guerra Mundial, eligió desde muy joven la educación como herramienta para transformar el mundo. Al convertirse en docente, se comprometió plenamente a transmitir valores e inspirar cambios.
Hoy, frente a los desafíos contemporáneos, sin duda se invertiría tanta energía, si no más. Defendería la importancia del pensamiento crítico, para que cada uno pueda pensar por sí mismo y no conformarse a un solo pensamiento, que consideraba caldo de cultivo para las dictaduras, una lucha que ya había liderado hasta su fin. Estoy convencido de que seguirá luchando por estos principios fundamentales en todos los campos, ya sea la educación o la escritura.
¿Puede Italia todavía dar a luz a una personalidad como Alberto Manzi?
Esta es una pregunta muy interesante. Tomemos el ejemplo de Tv buona maestra (“televisión, buena señora”). En las décadas de 1960 y 1970, la televisión jugó un papel esencial en la influencia cultural de la sociedad. Pero en los años 80, con la llegada de los canales privados y la liberalización de los medios de comunicación, todo cambió, transformando profundamente la cultura italiana. Se ha vuelto mucho más difícil transmitir mensajes culturales.
Dicho esto, creo que todavía hay profesores y autores que, cada día, se esfuerzan por preservar este patrimonio y mantenerlo vivo. Pero en Italia el contexto es cada vez más complejo. La realidad es que políticamente damos menos importancia a las oportunidades que ofrecen la cultura, la escuela, la escritura y la libertad de expresión para contribuir al progreso cultural y social real.
¿Qué le gustaría que recordaran de Alberto Manzi los jóvenes que asistieron a este encuentro?
Ojalá recuerden a Alberto Manzi como un ejemplo de compromiso y valentía. Dedicó su vida a sus creencias, incluso cuando eso significaba ir en contra de las instituciones. En varias ocasiones el Ministerio de Educación lo presentó como agitador, e incluso fue despedido por sus cargos.
Manzi fue un hombre de acción y de principios, coherente en sus opciones de vida. Cada verano viajaba como voluntario a América Latina, trabajando junto a poblaciones desfavorecidas. Corrió riesgos increíbles, hasta el punto de ser encarcelado y torturado por sus compromisos. Es una fuente de inspiración para los jóvenes, porque encarna la idea de que todos pueden marcar la diferencia, a su propia escala.
Por supuesto, no todo el mundo puede seguir exactamente el mismo camino, pero te hace pensar: ¿cómo puedo yo también contribuir al bien común? Además, algunas preguntas formuladas por los jóvenes durante la conferencia demuestran que son sensibles a estos temas y que ya están pensando en ellos.
Seguramente habló con Alberto Manzi sobre algunas de sus preocupaciones. ¿Hubo áreas en las que sintió que no había logrado sus objetivos?
Ah, por supuesto, pero la decepción a menudo estaba presente, aunque nunca le impidió seguir adelante. Por ejemplo, escribía periódicamente al Ministro de Educación de la época para defender sus ideas y proponer cambios. Pero cuando lo invitaron a formar parte del Consejo Superior del Ministerio de Educación, quedó decepcionado por la falta de un deseo real de reforma.
Hacia el final de su vida, también decidió involucrarse en política convirtiéndose en alcalde de un pueblo. Estaba deseoso de transformar su comunidad, pero pronto se enfrentó a una corrupción que no podía tolerar. Esto lo decepcionó profundamente.
Sin embargo, sus desilusiones, ya sea en el ámbito académico, social o político, nunca le hicieron darse por vencido. Continuó avanzando, insistiendo, creyendo que era posible actuar por un mundo mejor. En sus poemas, expresó una idea fuerte: la omisión (no ver las injusticias o no hacer nada para combatirlas) es tan malo como crearlas.
¿Algunas últimas palabras?
Espero que haya una traducción francesa de mi ensayo, porque los libros de Alberto Manzi han sido traducidos al francés y a varios otros idiomas, y él era muy conocido.
Fue Charles Bourrelier, un gran humanista, poeta y escritor francés, quien trabajó para que se tradujeran todas las obras de Manzi, incluidas sus novelas formativas.
En mi opinión, es fundamental redescubrir esta obra, particularmente en el contexto del mundo francófono. Por ejemplo, en España recientemente ha visto la luz una nueva edición de “Isa, niña del bosque”. Este libro, que aborda temas como la violencia, la interculturalidad y la paz, es de sorprendente actualidad.
Comentarios recogidos por Alain Bouithy
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