Setecientas cajas de archivo llenas, entre otras cosas, de cartas, fotografías, grabaciones de audio, películas y recortes de prensa del cineasta más famoso del III.miReich: Leni Riefenstahl, directora de Triunfo de la voluntad (1935), una película de propaganda encargada por Adolf Hitler, que narraba el Congreso del Partido Nazi de Nuremberg, y Dioses del estadio (1938), sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.
Cuando murió en 2003, a la edad de 101 años, dejó la gestión de esta herencia a su compañero y único legatario, Horst Kettner, cuarenta años menor que ella. Estas cajas contenían los secretos y mentiras de la mujer que, durante su vida, no dejó de pulir su propia leyenda: lo hizo en su Memorias (Grasset, 1997), luego en un documental, Leni Riefenstahl, el poder de las imágenes (1993), dirigida por Ray Müller, donde se ocupaba de mantener el mito de un director que inconscientemente servía al Estado hitleriano, sin haberse adherido nunca a su ideología.
Estos archivos permiten comprender cómo esta admirada cineasta –el célebre historiador de cine inglés Mark Cousins la compara con Alfred Hitchcock y Orson Welles, y la actriz estadounidense Jodie Foster pensó en interpretarla en el cine en los años 90– intentó dar de sí misma la imagen de una artista apolítica, de una esteta que tuvo la desgracia de vivir bajo el régimen nazi.
Esta versión, seguramente ya dañada por los años y las investigaciones, queda definitivamente desvirtuada en el documental de Andrés Veiel, Leni Riefenstahl, luces y sombras (publicado el 27 de noviembre). La película sirve como una “piedra de Rosetta” para descifrar tanto la obra como la personalidad del cineasta. No fue hasta diciembre de 2016, con la muerte de Horst Kettner, que esta montaña de documentos finalmente fue accesible.
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La excompañera del cineasta intentó no divulgarlos. “Leni Riefenstahl tenía una relación extraña con él, señala Andrés Veiel. Ella afirmó que él no era su amante, cuando claramente lo era. También fue su secretario y camarógrafo. Ella también lo trataba como a su “niño” y así podía ordenarle: “Necesitas comer ensalada y fruta fresca, quiero un niño sano”. Además, Kettner estaba vinculado a la extrema derecha alemana, favorable a las teorías negacionistas. En los archivos de Riefenstahl encontré correspondencia entre él y el negacionista alemán del Holocausto y editor neonazi Ernst Zündel. »
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