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“Mauléon-Barousse, el faro de mis recuerdos”

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lo esencial
Sabrina Dollé-Jacottin, autora de numerosos libros, susurra la cuna de sus recuerdos de infancia como un cuadro vivo, vibrante de colores y emociones.

“Claude Nougaro cantó: “¡Oh patria mía, oh Toulouse!” Y yo continué: “¡Oh patria mía, oh Mauléon!”

Remontando el río y las corrientes de mi vida, mi mente se posa en mi valle, el de mi infancia, con recuerdos inagotables. ¡El Barusa! Con sólo decir su nombre, la poesía me envuelve en un espeso tejido de ternura. Mis pensamientos fluyen hacia aquellos veranos en los que corríamos por las calles de Mauléon, donde su castillo nos abrió sus puertas, donde aprendimos a nadar en su piscina, donde nuestros fuegos artificiales se lanzaban desde su recinto, salpicando la noche de una multitud de estrellas fosforescentes, donde el Oso nos guiñó un ojo para atraernos a sus aguas heladas, donde nos escondimos bajo “El Imban” para desafiar lo prohibido, probando nuestros primeros cigarrillos, donde quedamos en encontrarnos en la plaza de Palouman con nuestras bicicletas, donde con motivo de nuestras fiestas patrias cantamos “La Marsellesa” y “Le chant des partisanos” frente al monumento a los caídos, y, finalmente, donde la amistad resonó en cada uno de nosotros como un pacto eterno. Las estaciones se sucedían y no eran iguales; la montaña cambió de aspecto y nos adaptamos a un clima constante. El planeta aún no estaba enfermo y Mauléon estaba abierto a todos. “Quienquiera que seas, ven y comparte la bebida de bienvenida con nosotros”.

¿Podría estar imbuido de un poco de nostalgia? ¿Podrían ser estos últimos años los que me hacen mirar al pasado o la cruel ausencia de mis queridos difuntos? En este mes de noviembre, cuando los crisantemos cubren los últimos lugares de descanso, la melancolía inunda mi corazón.

Nacer en algún lugar resuena profundamente en mí y adquiere todo su significado en una sociedad insegura donde se busca consuelo en los orígenes. Como un árbol con innumerables raíces, crezco, florezco y obtengo mis recursos de la tierra de mis antepasados. Así, a mis ojos, Mauléon se convierte en un faro inquebrantable, cuyo resplandor me devuelve siempre a mi destino, una preciosa brújula que no olvida recordarme lo verdadero, lo bello y lo bueno. Y aunque la infancia no siempre sabe a bastón de caramelo, tengo la capacidad de pintar la vida cotidiana con mil y un colores. Borrando la oscuridad para dejar que solo la luz y el amor emerjan triunfantes. Quédate sólo con lo mejor, escribe tu historia, ábrete al mundo, sin dejar de ser fiel a los valores inculcados en lo más profundo de mi valle. Atraído como un imán, vaya donde vaya, haga lo que haga, Mauléon vive en mí. Hoy, con el sabor de la felicidad en los labios, le susurro: “Verás, la niña de los ojos grandes supo encontrar su destino”. “

Podrás encontrarte con Sabrina Dollé-Jacottin para la firma de su nueva novela “El espejo escamado”, el sábado 14 de diciembre, a las 18.30 horas, en el casino Barbazan (31).

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