década negra
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Parábola fantástica y política, la película torpe pero decidida de Dania Raymond hace reaparecer fantasmas en una Argelia nunca nombrada.
Para volver al origen del trauma, para protegerlo trayendo de vuelta a los muertos (zombis aturdidos pero intactos) en un tormento de nubes amarillas, vientos crecientes y aguaceros, las tormentas elige empezar por el final, salvando su vida. La película, inconexa y tumultuosa, que tiene las cualidades irregulares de sus defectos, de su gran desorden interior, se abre con una gran escena de descompensación: la renuncia del héroe, Nacer, a su venganza, mientras tiene que agradecerle al asesino. de su esposa, Fajar, asesinada de un balazo en la cabeza en un control militar hace veinte años, en plena guerra civil. Periodista en un país no reconciliado, donde las sombras errantes de los desaparecidos pronto reaparecen, Nacer baja su revólver y regresa a la ciudad.
El país no tiene nombre. Dania Reymond tuvo que filmar y buscar en otra parte; sigamos adelante: rodada en Marruecos, su primer largometraje se centra, sin embargo, en Argelia, su país natal que abandonó en 1994 (tenía 11 años), una ciudadela aún plagada de dictados militares, entre los que eligió rodar una película de parábolas. Entre Niebla por carpintero por la nube azafrán que cubre la ciudad, Ácido de Philippot para el flagelo que avanza, y la serie el regresado para el
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