Con “La más preciosa de las mercancías”, en los cines este miércoles 20 de noviembre, el director ganador del Oscar por “El artista”, Michel Hazanavicius, firma un cuento animado sobre los justos polacos en el corazón de la peor atrocidad del siglo XX. Obra maestra.
“Había una vez, en un gran bosque, un pobre leñador y un pobre leñador.” La maravillosa voz de Jean-Louis Trintignant, tan abrumadoramente humana, nos acoge y nos recoge en el frío del invierno polaco que en aquella época era también el de la humanidad. Él es el narrador de este cuento animado único que mira lo mejor en el corazón de lo peor.
Alegoría de los “sin corazón”
Así, en un bosque que suponemos polaco, durante una guerra mundial que sabemos que es la segunda, Pobre leñador y Pobre leñador viven con poco, casi nada, teniendo él que prestar sus armas a las fuerzas de ocupación, ella buscando todos los días. suficiente para asegurar su escasa subsistencia. Y todos los días la mujer implora “los dioses del tren” de quien no sabe nada de la mercancía que lleva a diario, para dejarle una cosita. Un día se lo concedieron: en la nieve descubrió a un niño arrojado por alguien a través de la ventanilla de un carro sellado.
Ella lo acoge en contra del consejo del Pobre Leñador: él sólo ve otra boca, y además, la boca de los “sin corazón”, esa raza odiada por todos, de los que ni siquiera se dice que sean humanos. Un día, sin embargo, escuchará su corazón y escuchará el de la niña, una niña que hará suya. Pero pronto se enfrentarán al odio común y corriente. Pero pronto el horror absoluto de los campos de exterminio…
Proveniente de una familia judía de origen lituano y polaco, Michel Hazanavicius se prometió no hacer nunca una película sobre la Shoah, considerando insoluble el problema de su representación ficticia. Pero eso fue antes de que el productor Patrick Sobelman y Studiocanal se ofrecieran a adaptar The Most Precious Commodity, por sugerencia de su autor Jean-Claude Grumberg, quien resultó ser amigo de sus padres desde que eran adolescentes. De qué acto.
De lo figurativo a lo abstracto
El cineasta ganador del Oscar por el artistaque descubrimos que también es un talentoso diseñador en su tiempo libre, desarrolló él mismo el diseño de su película. Semirealista, su trazo grueso, elegante y de poderosos contrastes, inspirado en la primera pintura de Disney del siglo XIX y en los lienzos teñidos de japonismo de Henri Rivière, revela una belleza tanto más demoledora cuanto que no tiene ostentación.
Su producción es igualmente sutil, atenta y confiada tanto en el silencio como fuera de cámara. Conoce el poder abrumador de la sugestión cuando pasa de lo más figurativo (la vida cotidiana de estos héroes del juego) a lo más abstracto (los campos de exterminio). Ella no lo evade, lo esboza. Y su mención nos rompe el corazón ante una aterradora proliferación de rostros que gritan. De La tumba de las luciérnagas de Isao Takahata, ninguna película de animación había alcanzado este nivel de tristeza y sobriedad para expresar el horror. Obra maestra.
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