¿Qué mejor que una serie de televisión para relajarse después de un largo día? Omnipresente en nuestra vida cotidiana, este entretenimiento, puro producto de la cultura popular, nos aclara la cabeza al mismo tiempo que (a veces) nos llena la cabeza. Sin que nos demos cuenta, las series y sus personajes moldean nuestras representaciones del mundo, según un estudio reciente, realizado en la escuela de negocios Neoma y publicado en el Revista de gestión de marketing.
Al igual que las películas, las series reflejan una visión concreta de la sociedad. Pero tienen una ventaja: la de poder repetir esta visión una y otra vez, episodio tras episodio. Poco a poco, los espectadores acaban desarrollando “un vínculo de apego emocional con los personajes”, explica Sophie Raynaud, coautora del estudio. ¿Cómo, por ejemplo, no apegarse a la banda de Amigos ? En 30 años de emisión, la sitcom de culto ha sido vista por varias generaciones, hartas de las aventuras de Rachel, Monica, Phoebe, Ross, Chandler y Joey. Entre estos personajes estereotipados, uno llamó la atención de Sophie Raynaud: el de Phoebe, la músico excéntrica e idealista.
Una visión repetida y por tanto estereotipada
En la serie, Phoebe es presentada primero como una activista ambiental, vegetariana, anticonsumista y defensora de la causa animal. Un comportamiento en general loable, pero que se retratará negativamente a través de tres “patrones de repetición”. Al principio, sus rasgos de carácter son regularmente objeto de comentarios, la mayoría de las veces negativos (su vegetarianismo sería restrictivo o incluso ridículo). Es lo que Sophie Raynaud llama el mecanismo de “reproducción”, que da “huesos” al personaje y permite identificarlo.
Luego, su activismo ecológico quedará asociado a otras características, durante un mecanismo de “superposición”. Este es el caso cuando Joey insinúa que no es patriótica porque no come pavo en Acción de Gracias. El objetivo aquí es hacer que su personaje sea más complejo dándole “carne”. A lo largo de los episodios, Phoebe cambiará: empezará a comer carne y a ir a grandes almacenes. Esta “evolución” le da “piel”, es decir, matices, pero también lo hace “consensual”, o incluso lo hace parecer “inconsistente”, señala Sophie Raynaud.
Para mal o para bien
En definitiva, al querer hacer más realistas a sus personajes, Amigosemitido por primera vez entre 1994 y 2004, transmitía sin querer una imagen negativa del consumo sostenible. Sin embargo, “uno de los principales obstáculos al cambio de comportamiento y, por tanto, a la transición ecológica son nuestras representaciones”, insiste Sophie Raynaud. Pero si “la ficción puede confirmar nuestros estereotipos”, también puede “desmentirlos”, afirma. Y el estudiante de doctorado cita a la famosa directora y productora estadounidense Shonda Rhimes (Anatomía de Grey, Las crónicas de Bridgerton, inventando a Anna…).
En todas sus series, los personajes principales están construidos de tal manera que resultan “desestigmatizados”. En Anatomía de Greylas mujeres, especialmente las negras, están accediendo progresivamente a puestos de responsabilidad. y en Las crónicas de Bridgerton“la primera temporada destaca a una joven blanca que corresponde a los estándares de belleza, la segunda a una mujer de origen indio y la tercera a una mujer con curvas”, ilustra Sophie Raynaud.
Tenga cuidado de no exagerar
El coautor del estudio invita a los anunciantes, a los responsables públicos, pero especialmente a los profesionales del cine, a utilizar los estereotipos para hacer avanzar a la sociedad en la dirección correcta. ¿Por qué no condicionar cierta financiación a la promoción de mensajes virtuosos? Pero tenga cuidado de no hacerlo de manera demasiado visible o caricaturizada: Sophie Raynaud toma el ejemplo del “lavado social” de Disney, que “quería ser inclusivo de una manera demasiado brutal, sin respetar la narrativa ni la construcción de los personajes”. .
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