Una parte que falta, con Romain Duris, ilustra, en el país del sol naciente, el drama de los padres separados, privados de sus hijos. Una ley reaviva la esperanza.
Expulsión inmediata a Francia o diez años de prisión japonesa. He aquí el terrible trato que el fiscal le ofrece al personaje interpretado por Romain Duris en una parte faltantela nueva película de Guillaume Senez. Su “crimen”: haber pasado unas horas con su hija adolescente, a la que su expareja japonesa había secuestrado nueve años antes y a la que no había vuelto a ver desde entonces. Un drama casi banal en Japón donde, según cifras del gobierno, más del 70% de los divorcios resultan en la ruptura total del vínculo con uno de los dos progenitores.
Según la ONG Kizuna Child-Parent Reunion, esta situación afecta a más de 150.000 niños cada año. Todo en perfecta legalidad. Porque, por increíble que parezca, la justicia japonesa no reconoce la custodia compartida ni el derecho de visita. De hecho, en caso de separación conflictiva, el progenitor que no tenga la custodia de sus hijos ya no los verá hasta que cumplan la mayoría de edad. En el país, secuestrar a tus hijos y arrebatárselos a tu ex cónyuge no es un delito ni una falta.
Peor aún, los abogados suelen recomendar el secuestro, porque los jueces otorgan sistemáticamente la custodia al padre que tiene a los niños bajo su techo en el momento del divorcio. Aún más violento, si después de este pronunciamiento, el padre que secuestró al niño se vuelve a casar, el nombre del padre biológico simplemente desaparecerá. Una muerte parental total, legal y definitiva.
Vete al diablo
“Con Romain Duris, en 2018, estuvimos en Japón para promover Nuestras batallasla primera película que hicimos juntos, explica el director Guillaume Senez. Durante una velada, expatriados nos hablaron sobre estos secuestros intrafamiliares. Estas historias de padres que caen al infierno me sorprendieron y decidí contarlas”. Estos secuestros no sólo afectan a los extranjeros sino también a muchos japoneses.
“Los hijos de dos japoneses siguen representando la mayoría de los casos de secuestro”, explica François Roussel, representante de los franceses residentes en Japón. Pero son principalmente los hombres expatriados quienes publicitan su lucha.
Si bien los niños a veces se distancian de su madre, la gran mayoría de los casos se refieren a la ruptura de los vínculos paternos. En 2022, según las últimas cifras proporcionadas por el gobierno, el 86% de los secuestradores son mujeres. Según François Roussel, que vive en Japón desde hace más de treinta años, la concepción tradicional del reparto de roles entre hombres y mujeres es una de las principales causas de estas tragedias.
El niño se considera mueble del hogar.
Jessica Finelle, abogada
“La opinión pública considera que el niño no es un sujeto en sí mismo sino una extensión de la madre”, prosigue. Y, curiosamente, la mayoría de las feministas japonesas se oponen a la custodia compartida y apoyan activamente a las mujeres que secuestran a sus hijos. Los japoneses, por su parte, sienten la situación como una vergüenza y no se atreven a rebelarse, siguiendo las batallas desde lejos a la luz de la situación. gaijines, como a veces se llama despectivamente a los extranjeros que viven en Japón.
Los padres pueden perderlo todo.
Para escribir su película, Guillaume Senez conoció a varios de estos franceses que viven cada día este drama en sus carnes, como Emmanuel de Fournas, Vincent Fichot o Stéphane Lambert que, desde hace muchos años, intentan reencontrarse con sus hijos. . Sin resultados convincentes. “Tenemos que estar lúcidos, el padre cuyo hijo ha sido secuestrado no tiene ningún recurso”, explica Jessica Finelle, su abogada. Y si el padre víctima intenta acercarse a su hijo, puede ser procesado por secuestro de niños. Por lo tanto, varios padres de las víctimas fueron detenidos…”
Emmanuel de Fournas, un empresario francés, por ejemplo, permaneció bajo custodia policial durante veintitrés días (la duración máxima legal en Japón), en una celda de seis metros cuadrados, sin ducha y sin tratamiento, por haber intentado ver a su pequeña hija otra vez. Cuando les sobreviene la desgracia, estos padres lo pierden todo, a sus hijos pero también a su casa, a su trabajo, agotándose en largos trámites y gastos exorbitantes. Porque si no tienen derecho de visita, igualmente tienen que pagar una pensión alimenticia muy cara. Una situación grotesca que empuja a muchos a rendirse y abandonar la lucha cuando algunos, como Arnaud Simon y Christophe Guillermin, acaban suicidándose, desolados.
“Estos padres no viven, sobreviven”, explica el director Guillaume Senez. Luchan para que sus hijos algún día entiendan lo que realmente pasó y que hicieron todo lo posible para encontrarlos, sin darse nunca por vencidos. » Esta situación es difícil de creer desde nuestro punto de vista occidental, pero en Japón, aún hoy, el bienestar del niño no cuenta, la justicia hace de él una abstracción total y la sociedad, en su casi globalidad, no ve El niño como ser con derechos. “De hecho, se considera un mueble doméstico que, tras una separación, no puede compartirse entre dos hogares diferentes”, protesta Jessica Finelle.
Ante la presión internacional, la situación está empezando a cambiar. El 17 de mayo, el parlamento japonés votó a favor de una enmienda al Código Civil que podría conducir al establecimiento de una patria potestad conjunta en caso de divorcio, con la posibilidad de elegir entre la custodia exclusiva y la custodia compartida. Pero, en realidad, esto podría no cambiar nada. “La nueva ley es increíblemente hipócrita porque sólo permite compartir la patria potestad si es aceptada por ambos padres. Sin embargo, en esencia, un padre que retira a su hijo y le corta todo contacto con el otro padre no aceptará compartir la patria potestad con él”.
El 70% de los ciudadanos está en contra de esta evolución.
A la espera de que las cosas finalmente cambien, la resistencia se organiza lo mejor que puede. Las asociaciones de expatriados y el sitio web del consulado han escrito folletos para explicar las leyes japonesas sobre el divorcio y se han creado grupos de apoyo para ayudar a los padres a salir de su aislamiento. Pero todo el mundo sabe que el camino será largo y doloroso. Sobre todo porque la opinión pública japonesa sigue siendo muy reticente ya que, según una encuesta realizada en el sitio web del gobierno, más del 70% de los ciudadanos están en contra de esta evolución.
“Creo que será difícil encontrar un distribuidor en el país”, lamenta el director Guillaume Senez. Una observación compartida por la abogada Jessica Finelle, que sin embargo ve en la liberación deuna parte faltante una verdadera oportunidad. “Sería fantástico que se estrenara en Japón, porque ayudaría a crear conciencia”, explica. Pero mis clientes ya están encantados con esta película que cuenta su historia. Porque esperan mostrárselo algún día a sus hijos para ayudarles a comprender lo que vivieron”. Como un frágil hilo de Ariadna, que finalmente nos permitiría reconectarnos con estos niños condenados a crecer sin ellos…
Una parte faltante, de Guillaume Senez, con Romain Duris, Judith Chemla, Yumi Narita… En cines.
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