En las montañas del extremo sur de Cisjordania se encuentra Massafer Yatta, una comunidad de una veintena de aldeas beduinas, un territorio declarado ilegítimo por el Estado israelí y disputado por el ejército a sus habitantes para convertirlo en una zona de entrenamiento militar. Cuatro jóvenes periodistas, palestinos e israelíes, unieron fuerzas para informar sobre la situación en Ninguna otra tierraun largometraje conmovedor y documento de primera mano sobre el proceso de colonización en curso. Dos de ellos, Basel Adra, un residente local que lleva años filmando la expulsión de su pueblo, y Yuval Abraham, un israelí de habla árabe, vinieron a París para apoyar el estreno de la película. Lejos de la lucha que libran a diario, la pequeña burbuja privilegiada de Occidente les infunde un letargo que soportan con recelo. A lo largo de la entrevista, ambos se turnan para luchar contra el cansancio, para hacer oír una declaración contundente.
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¿Cómo nació la película?
Basilea Adra: Somos un grupo de cuatro periodistas activistas, nos conocimos en el campo. Lo que estábamos documentando todo el tiempo, decidimos convertirlo en un largometraje, con la ayuda de Close Up, un programa de desarrollo de películas de no ficción en Medio Oriente. Nos llevó cinco años, en condiciones muy precarias. Las demoliciones de casas podían ocurrir en cualquier momento, había que poder dejarlo todo para correr y filmar. Los militares podrían invadir mi casa en cualquier momento. Una vez confiscaron cinco cámaras y una computadora portátil que los activistas usábamos en el campo. Pero queríamos crear conocimiento, presión política y garantizar que nuestra comunidad no fuera borrada por la ocupación.
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