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Exposición: “Cobra”, ¡más cabezas y más ideas!

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Fruto de una colaboración entre la Fundación del Museo Nacional (FNM) y el Museo Cobra de los Países Bajos, la ambiciosa exposición “COBRA: Una serpiente con muchas cabezas.» reúne más de cien obras (100 artistas del movimiento Cobra), que celebran la audacia revolucionaria de un grupo que revolucionó el arte en Europa y más allá.

Una serpiente silbando una nueva era

El movimiento Cobra, cuyo nombre proviene de las primeras letras de Copenhague, Bruselas y Ámsterdam, nació en 1948, en el contexto efervescente de la posguerra, en París. Fundada oficialmente en el Café Notre-Dame por artistas y poetas daneses, belgas y holandeses, Cobra tiene sus raíces en el deseo de romper con las convenciones artísticas de la época. Como reacción a las vanguardias parisinas y al surrealismo revolucionario, los fundadores, entre ellos Christian Dotremont, Karel Appel, Asger Jorn y Constant, abogaron por un arte espontáneo, libre de toda rigidez teórica y abierto a todos. Dotremont también había descrito el movimiento como un “colaboración orgánica experimental» que rechazó los dogmas y abrazó la más libre expresión.

Durante su breve existencia entre noviembre de 1948 y noviembre de 1951, el movimiento se afirmó a través de una serie de exposiciones entre Copenhague, Bruselas y Ámsterdam, apoyadas por la publicación de la revista Reflejo. Cobra abogó por un arte colectivo y sensible, teñido de marxismo y de rechazo al formalismo. En sus obras, pinturas y poemas, los miembros de Cobra compartían una utopía artística donde primaba la libertad individual del artista, permitiendo una expresión intuitiva alejada de las limitaciones académicas.

La exposición MMVI permite así descubrir el universo creativo de figuras emblemáticas, como Jorn, Appel, Constant, Alechinsky y Corneille, que supieron dar vida a una estética vibrante y profundamente humana.

A través de un recorrido dividido en varios apartados, la exposición “COBRA: Una serpiente con muchas cabezas” muestra la evolución de esta aventura artística. Las obras, ya sean pinturas, esculturas, grabados, dibujos o fotografías, revelan la pluralidad de inspiraciones de Cobra y atestiguan su vínculo con el arte africano, particularmente norteafricano. El espíritu de Cobra, a través de su búsqueda del instinto y la espontaneidad, se expresa aquí en una estética deliberadamente infantil, colorida e intuitiva.

Chaïbia, una voz marroquí en la mente de Cobra

Los miembros del grupo Cobra reconocieron un día a Chaïbia Talal como una de los suyos. De hecho, Chaïbia comparte con ellos este deseo de expresión pura… Chaïbia, cuyo arte nace de un sueño en el que se ve rodeada de colores y figuras misteriosas, expresa una búsqueda similar de autenticidad. Su pintura, a menudo descrita como “ingenua”, se caracteriza por un instinto cromático y formas crudas que reflejan un compromiso libre e inconformista, haciéndose eco del espíritu Cobra. Su encuentro con Pierre Gaudibert, crítico de arte y pintor, impulsó su obra al panorama artístico parisino, donde dejó su huella con su singularidad y vitalidad.

A pesar de las etiquetas condescendientes, Chaïbia supo imponerse gracias a su enfoque directo e intuitivo, convirtiéndose en una embajadora singular de este espíritu de rebeldía creativa en Marruecos. Su arte, impregnado de las tradiciones populares y de la vida cotidiana, encarna la expresión de una experiencia ajena al camino académico, sumándose en ello a la utopía colectiva de Cobra.

Recordemos que a través de “COBRA: Una serpiente con muchas cabezas.», el MMVI ofrece mucho más que un homenaje a este movimiento: revela cómo el arte puede ser un vector de liberación y de diálogo intercultural. Así, la exposición da testimonio del poder de Cobra, recordándonos que el arte es ante todo un terreno de rebeldía y de encuentro, un espacio donde la espontaneidad revela las múltiples facetas de la humanidad.

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