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Editorial La Roche-sur-Yon
Publicado el
11 de noviembre de 2024 a las 12:06 p.m.
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Ellos son dos tatuadores, Cada uno tiene su propio espacio, cada uno tiene su propio universo, en el local del 29 de la rue Sadi-Carnot, en La Roche-sur-Yon.
Mathis Coupeau, el poeta, tinta.tis de su nombre de artistase inspira en el romanticismo, en el arte florentino del Renacimiento, en las obras de Baudelaire y Victor Hugo.
Crea patrones que califica de “microrrealistas”, muy finos, muy modernos, utilizando la técnica de la línea fina, que también permite tatuar textos.
Nacido en Mouilleron-le-Captif, se formó en Nantes, con David De Looze, un reconocido tatuador. Luego participó en L’Exode, en La Roche-sur-Yon, un colectivo de artistas, fotógrafos, músicos y tatuadores, con sede en la calle Salvador-Allende.
De la línea fina a la cultura asiática
Su colega, Benjamin Leroy, alias Neubé, está más inmerso en la cultura pop asiáticainspirado en Tébori, un tatuaje tradicional japonés, el manga, los videojuegos y Dragon Ball Z, una serie de televisión de los años 80.
Neubé podrá contarte detalladamente la historia del tatuaje japonés, desde los samuráis hasta los Yakusa, miembros del crimen organizado.
Su carrera es más inesperada, ya que este de origen bretón, trabajó como comercial desde hace más de 10 años, Después de formarse como responsable de asuntos internacionales, antes de incorporarse a Mathis.
Un tatuaje como una concha
Artistas de corazón, impulsados por el deseo permanente de crear, dan gran importancia a acoger, escuchar a los clientes, dialogar, conscientes de que cada tatuaje contiene una historia de vidauna historia de amor, a veces un trauma, o el recuerdo de una persona o de un acontecimiento.
A menudo el tatuaje tiene un aspecto terapéutico, para aquellos que están agotados por la vida, una especie de concha que significa: nunca lo olvidaré.
Las partes del cuerpo más solicitadas son, como era de esperar, antebrazos, brazos y piernaspero Mathis ya se ha tatuado una espalda entera, y a mano alzada, son 30 horas de trabajo.
El tiempo ya no cuenta cuando practican su arte, y cada vez deben adaptarse a la forma del cuerpo, a la textura de la piel de la persona. “Pero no hay edad para hacerse un tatuaje”, asegura Benjamín: “Me acabo de tatuar a mi padre que tiene 70 años”.
La seguridad y la higiene se encuentran entre sus preocupaciones fundamentales: sus “lápices” están equipados con una membrana destinada a evitar la contaminación cruzada con sangre.
Asimismo, piden a los clientes no haber consumido alcohol ni drogas, que actúan como anticoagulantes.
Tras la inauguración oficial del salón en noviembre, Mathis se dedicará, al mismo tiempo, a un proyecto que le interesa: la publicación de una colección de sus poemas.
Salón de tatuajes Eklips, 29 rue Sadi-Carnot. Concierte una cita en Instagram.
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