Cantante y guitarrista de fama mundial, Nedjim Bouizzoul es el tipo de viajero que ignora las fronteras. Una prueba entre otras: nacido en Argelia hace 40 años, se estableció en “Petit Maroc”, apodo dado al barrio de Tréboul en Douarnenez. en 2020. “¿La primera vez que vine a Douarnenez? Corría el año 2015, estábamos tocando la guitarra con unos amigos en Rosmeur y nos sorprendió ver a los dueños del bistró golpeándonos en lugar de decirnos que nos fuéramos. Es esta acogida, esta hospitalidad lo que me hizo querer vivir aquí”, sonríe Nedjim. Desde entonces, a través de conciertos improvisados en las terrazas de los cafés, el artista ha creado una sólida red de amigos en su nueva sede. Una cincuentena de douarnenistas asistirán el 14 de noviembre a un momento muy importante en la carrera de Nedjim: ese día tocará en el Olympia para celebrar el 20º aniversario de Labess, un proyecto musical que fundó en Montreal.
“Ni un centavo que no provenga de mi música”
“La música es una terapia personal. Mi padre, que tocaba la guitarra y el bajo, murió a los 37 años. Mi madre se encontró criando sola a sus hijos. También intentábamos escapar del terrorismo en Argelia, en plena Década Negra. Así que nos fuimos a vivir a Canadá después de una primera experiencia fallida en California”, dice Nedjim. Al llegar a Norteamérica se propuso un desafío: “Me juré a mí mismo no ganar ni un centavo que no proviniera de mi música. Tenía miedo de perder mi creatividad al aceptar demasiados trabajos relacionados con la comida”. Ex miembro del grupo El Dey en Argelia, va a jugar al sombrero en el metro de Montreal. “Una escuela muy grande”, dice Nedjim. Ganó confianza en su voz, que le parecía demasiado grave, y fundó Labess después de un año en Canadá, en compañía de músicos que conoció aquí y allá. “Incluso hoy, cuando salgo de un gran escenario, a veces voy y toco en la calle, sólo para bajar un poco”.
“Nunca lo hubiera sospechado”
Porque tuvo la oportunidad de hacer grandes escenas: su proyecto dio origen a cinco álbumes, tiene millones de visitas en YouTube y ha seguido evolucionando a lo largo de los viajes emprendidos por su creador, desde Colombia hasta Francia, pasando por Cabo Verde o Túnez. “Mi nombre significa estrella y siempre lo he seguido”, image Nedjim, cuya música con múltiples influencias (châabi, flamenco, rumba, jazz gitano) refleja el gusto por los viajes y el mestizaje. “Toqué con quebequenses, sudamericanos, búlgaros, bosnios”, enumera el hombre cuyas canciones emocionaron a los jóvenes del norte de África durante las manifestaciones de la Primavera Árabe a mediados de la década de 2010. “Me contactaron con jóvenes tunecinos para ir a tocar allí, y me encontré tocando al frente. De 1.500 personas, nunca lo habría sospechado”, respira Nedjim.
“Quiero diversificarme”
Esta amistad y solidaridad entre los pueblos del Magreb, alejadas de las disputas geopolíticas, es también la que se pone de relieve en una película en la que acaba de vivir su primera experiencia como actor, “Barbès, la pequeña Argelia”. “Quería diversificarme, y esta historia estaba cerca de mi corazón, me gustaba la idea de sublimar este barrio de Barbès, de mostrar la ayuda mutua que existe allí”, expresa, decidido a pasar nuevos castings. El aventurero, sin embargo, no abandonará su primera brújula, la música: su voz y su guitarra seguirán sonando durante mucho tiempo, tanto en los escenarios como en las terrazas de los cafés de Douarnenez.
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