Es uno de los pocos actores dignos de ese nombre. Es al mismo tiempo profundo, justo, preciso y encarna sus papeles sin adornos y sin histrionismo. Mohamed Choubi es parte de una raza de comediantes que ya no existe.
Dicen que medimos la fuerza de un actor cuando se enfrenta al vacío del guión y debe improvisar, sacar de sí mismo la esencia de su personaje para darle vida y sobre todo hacerlo muy creíble. También se dice en el mundo del séptimo arte que sólo los grandes actores tienen esa franqueza ante lo que interpretan, sin mostrarse jamás complacientes ni seguros de lo que muestran ante la cámara. Mohamed Choubi es parte de esta rara raza de actores capaces de habitar personajes con profundidad y precisión. Nunca agrega más. Sabe permanecer sobrio en su actuación, y ésta es una de las características más difíciles de encontrar en muchos actores, que exageran, que enfatizan los rasgos y que quieren mostrar más de lo necesario. Siendo la sobriedad el alfa y omega del actor, quién sabe, que para llegar al fondo de sí mismo sólo necesita una cosa: ser él mismo. Es esta precisión la que podemos medir de una película a otra en la filmografía de Mohamed Choubi.
Lo comprobamos en La orquesta de los ciegos de Mohamed Mouftakir como lo constatamos en Sotto Voce de Kamal Kamal, en Muerte en venta de Faouzi Bensaïdi, incluso en El caballo del viento de Daoud Aoulad Syad. Algunas películas, entre muchas otras, en las que Mohamed Choubi demostró todo su potencial como actor que domina su tema. En cada papel, encontramos a Mohamed Choubi detrás de cada personaje que interpreta. Tocamos su marca registrada. Sentimos su esencia de hombre sensible y comprometido. Nos detenemos en su capacidad para transmitir emociones con mucha parsimonia, con lo mínimo. Porque basta con estar delante de la cámara para dejarnos llegar su arte, con dulzura, con violencia, con finura y sutileza. El que alguna vez dijo esto: “Yo soy de esta opinión. Aparte de los directores que aman sus obras y no sus arcas, tengo la impresión de estar mal explotados artísticamente, sobre todo después de la fase de montaje. Siempre encuentro que el esfuerzo que puse en filmar se ha evaporado y me duele el corazón.
Dicho esto, con ciertos directores artísticos me siento más eficiente y también capaz de sublimar mis papeles incluso si el director de enfrente no es experimentado ni astuto. Esto lo tuvimos que comprobar trabajando con Mohamed Choubi en “Les évadés de Tindouf” a quien honró con su participación que, en nuestra opinión, aporta un gran valor añadido a todo este proyecto. El actor es preciso. Es riguroso. Instintivo también. Se toma el tiempo para leer y hablar consigo mismo, en apartes que afina entre él y él mismo, luego saca a relucir la esencia del escenario, con sus palabras, con su voz tan suave y profunda, con sus gestos tan. bien consolidada y su fuerza para transmitir emociones con gran preocupación por la veracidad.
Con Mohamed Choubi, quien, a pesar de algunos roles que no estuvieron a la altura de su clase natural, el tono es claro. No hay ninguna nota falsa que deplorar en su manera de estar frente a la cámara. Este hombre no juega. Él es el personaje que habita. Más allá de la técnica, Mohamed Choubi es un actor instintivo que tiene talento. Esta fuerza de sentir los papeles y componerlos con agudeza, sin caer en déjà vu ni en redundancias, es muy querida por tantos actores marroquíes. Cuando a todas estas cualidades le sumamos el hecho de que Mohamed Choubi es un hombre sólidamente culto, un artista que lee, que investiga, que se documenta, que se interesa por todo lo que hay en el mundo en el que se desenvuelve, cuando además de su talento, es un hombre que escucha, es humilde y está abierto a opiniones contrarias, lo que lo convierte en un actor consumado: “De hecho, amo todo lo que hago como actor.
Por eso me tomo mi tiempo para elegir mis papeles en cualquier película en la que participo. Sin embargo, no quedé satisfecho con mi interpretación de ciertos personajes después del montaje de las películas. Por otro lado, sueño con interpretar el papel del pintor Jilali Gharbaoui que, a pesar de su fama internacional, murió solo en un banco en París”, confiesa el actor, que merece reconocimientos en papeles acordes a su inmenso talento, como personajes. Personajes humanos complejos y complicados para ofrecer a los amantes de la verdadera interpretación momentos de gran felicidad, de la mano de un gran hombre.
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